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Todo activo mercantil puede privatizarse... Y toda privatización puede ser popular y masiva III














Guillermo Rodríguez G.





3erPolo
















Algunas veces se dice que no se le puede confiar
al hombre el gobierno de sí mismo.
¿Puede, entonces, confiársele el gobierno de los demás?
¿O hemos encontrado ángeles que asumen
la forma de reyes para gobernarlo?
 Thomas Jefferson

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No todo los activos mercantiles del Estado se pueden privatizar de la misma forma. Pero hay que encontrar la forma de privatizarlos todos. Y se necesitarán mejores, y nunca antes practicas, formas de hacerlo.

 

La gran novedad, y lo que impresionó dueños y ejecutivos de televisoras privadas, es que la Ley de Contenidos implica que el Estado podrá asignar el 30% de las transmisión de televisoras privadas para unos “productores independientes” designados por las autoridades. Dichos individuos, se valdrán de los recursos públicos, para ser entrenados y financiados, del espacio radioeléctrico estatal que se les asigna, y de las televisoras privadas, como si fueran propias. De paso, aprovecharon los parlamentarios de la revolución, para regular más profundamente los contenidos, de forma obviamente ambigua, y para trasladar la responsabilidad de cualquier falta, a empleados, e incluso anunciantes.

 

La cuarta República no se tomó tantas molestias. Con suspender por 30 años la escuálida garantía económica de su estatista constitución... Desobedecer olímpicamente sus propias leyes. Además de usar, en caso necesario, es kafkaiano sistema penal inquisitorial de que disponía... tenía más que suficiente. Pero el neo izquierdismo es profundamente legalista. Su objetivo plasmar el colectivismo estatista servil, en un sistema legal integral internamente coherente.

 

EL PROBLEMA SON LAS LEYES

 

Como he dicho antes, y vale la pena repetir hoy: “De nada sirve ahora detenerse y reclamar racionalidad en quienes creen en esas leyes colectivistas, pero no le gusta que las aplique este gobierno. El problema son las leyes, la infinidad de leyes que le dan al gobierno poder sobre nuestras vidas y propiedades. Nuestros legisladores han inventado con el paso de los años, todo tipo de nuevos delitos penales, contra la patria, la nación, la ecología, los niños, las mujeres, las minorías, o lo que se les ocurra, por medio de las que los jueces pueden transformar en delito penal la expresión de casi cualquier opinión y acción política. Gran parte de esas leyes no las invento la revolución, pero las esta aplicando. Y claro que las perfecciona, las amplia, y hace las suyas propias.

 

También han desarrollado nuestros legisladores infinidad de leyes para inmiscuirse en las propiedades de los ciudadanos. Se obliga a las instituciones financieras al registro policíaco de las operaciones de sus clientes. Se establece la potestad de los gobiernos para fijar los precios de todos aquellas bienes y servicios que les dé la gana. Se autorizan los gobernantes para afectar cualquier propiedad, de cualquier forma y para cualquier fin. Se dictan reglamentos por los que hasta los más elementales principios de igualdad en el trato de los regulados se rompen por la más absoluta discrecionalidad de los funcionarios. Nada de eso lo invento esta revolución servil. Esas armas de la revolución se le dejaron los Congresos y Ejecutivos de lo que ahora se suele llamar de 4ta.

 

Sin que todo el sistema legal esté fundamentado en defender los derechos de los individuos frente al poder del Estado, será imposible evitar que el Estado trasformé la opinión política en delito. Y la propiedad en graciosa concesión del déspota de turno.”

 

UN DETALLE LÓGICO

 

En lógica se denomina “Falacia ad ignorantiam” el decir que algo que no se conoce, no se ha probado, o no sé práctica, es falso. Más sagaz es decir que si se hace lo contrario, en todas partes, lo contrario ha de ser lo correcto. Por alguna misteriosa e inexplicable “razón”. Pero es lo misma falacia.

 

Tal argumento es absurdo. Durante la mayor parte de la historia conocida de la humanidad, en todas los tiempos, lugares y civilizaciones, se practicó la compraventa de seres humanos. Se consideraba tal cosa natural, y conveniente. Hoy se considera una monstruosidad, y si bien aún se practica en algunos lugares, es algo vergonzoso, escondido y perseguido por la Ley. Es decir que la institución que se practicaba “en todas partes”, y que todos consideraban apropiada, durante milenios. Se persigue hoy como un crimen, “en todas partes”, y “todos” la repudian.

 

La humanidad no necesariamente progresa en una línea ascendente. Hay regresos, caídas y amenazas latentes. Pero progresos realmente importantes, se producen sólo cuando algo que se hace “en todas partes así” se cambia para otra forma dramáticamente diferente en alguna parte. Y de ser mejor la nueva idea, que la anterior, se extenderá. Y se producirá un progreso. También se extienden las malas ideas. Pero es importante entender que son malas para la mayoría. Pero buenas para aquellos que benefician. Y si estos son hábiles, podrán disfrazar su interés particular de interés “mayoritario”. Cosa por demás fácil en tiempo en que la lógica, la razón y la verdad (y hasta el lenguaje) son rechazadas y escarnecidas por la basura ideológica del relativismo deconstructivista

 

PRIVATIZACIONES Y PRIVATIZACIONES

 

Decía que el problema del espacio radioeléctrico se parece al de las tierras públicas. Se pueden privatizar, o dar en concesión. Pero hay una diferencia, el espacio radioeléctrico, aunque existen frecuencias, no es tan fácil de “parcelar”.

 

Una privatización del tipo fiscalista, es aquella en que se vende –idealmente se subasta- un activo público en beneficio de Hacienda.

 

Ya lo habían adelantado -Ya Von Mises lo adelantó en 1927, al explicar la inviabilidad del intervensionismo- Pero la experiencia “neoliberal” de los ´90, nos demostró claramente que el mantenimiento de Estatismo, por otros medios, tomados parcial y torcidamente del ideario liberal, puede ser una de las peores formas de estatismo.

 

El Estado naturalmente dilapidará los recursos extraordinarios que recibirá una sólo vez, y se comprometerá con la repetición futura de tal gasto, para cuando el ingreso deje de existir. Lo que producirá un colapso en las finanzas públicas –tarde o temprano-.

 

Así que no se puede privatizar, en beneficio de Hacienda, sin encadenar los recursos de tales privatizaciones al pago del principal de la deuda pública. Herencia de los compromisos asumidos con recursos “extraordinarios” transformados en obligaciones de gasto “ordinarias”.

 

Pero otro problema es capitalizar la población, dramáticamente descapitalizada por décadas de inflación, devaluación, y crisis sistemáticas del reparto manirroto de hoy, al costo del mucho peor empobrecimiento futuro. Un notable objetivo es que los ciudadanos no sean dependientes financieramente del Estado. Como es el evidente objetivo de la “economía” neo-izquierdista. Lo contrario, que sea el Estado el que dependa financieramente de los ciudadanos, sería un objetivo más razonable. Y más noble.

 

¿Y LA SOLUCIÓN?

 

Tras tanto preámbulo. Lo que propongo es un sistema que criticarán que  todos los estatistas, con alguna “Falacia ad ignorantiam”. Falacia, significa mentira. Y eso no vale la pena responderlo. Vasta con señalarlo como lo que es.

 

Si estableciéramos mediante la apropiada Ley (inevitablemente Orgánica en el sistema actual) que el espacio radioeléctrico pertenece, no al Estado, sino al ciudadano venezolano individual, al momento de adquirir la mayoría de edad (y al extranjero que resida legalmente en la Republica por al menos 18 años) tendríamos que crear un sistema para titularizar individualmente tal propiedad que seria de todos, pero también de “cada uno”. Lo que propongo es un “derecho” no exactamente igual del de propiedad privada en los términos usuales. Es más bien un derecho vitalicio y personalísimo de usufructo. Y hay razones para ello. Si el derecho se adquiere, al cumplir la mayoría de edad (o el tiempo de permanencia) es razonable que tal derecho se extinga con el fallecimiento. Se trata de un derecho vitalicio, que no se podría legar al descendiente. Por el simple hecho que el descendiente adquirirá equivalente derecho, al momento de adquirir la mayoría de edad. El objetivo de tal sistema, es que cada persona pueda lucrarse de un intangible que hoy pertenece al Estado, generando al tiempo, poderosos estímulos para la inversión, competencia y apertura, en un sistema actualmente oligopólico, de control estatal absoluto, con el que es imposible garantizar sinceramente la libertad de expresión, y la libertad de elección.

 

UN NUEVO MERCADO

 

Al no diluirse, ni concentrarse significativamente, tal tipo de derechos de usufructo vitalicio, por no ser heredables. El número de títulos sería proporcional al de habitantes mayores de edad. El crecimiento de la población, ciertamente implicaría mayor número de títulos, pero no necesariamente bajaría el valor mercantil de cada título, pues más población también significa mayor demanda de información y entretenimiento.

 

Así las cosas. Cada ciudadano tendría que colocar su título en una institución financiera especializada en la intermediación del nuevo mercado. Los bancos de títulos radioeléctricos, serían quienes realmente asignarían las frecuencias, cobrando por el “alquiler” de las mismas al empresario de radio y TV, y pagando al ciudadano que su título depositara. O bien asignando sin pago el derecho para la causa política, religiosa, o de cualquier tipo, para la que e ciudadano deseara garantizar la capacidad de transmitir su mensaje.

 

No es difícil, crear un reglamento de frecuencias, que castigue la invasión de frecuencias. Ni es difícil determinar la capacidad de asignar frecuencias de cada banco de títulos, por el número de títulos en público deposito, respecto de unas frecuencias limitadas.

 

Es poco lo que se requiere de Estado en tal modelo. No se le necesita para regular los contenidos, ya que el surgimiento de infinidad de nuevas empresas en competencia, daría para cada cual la TV, y la radio de su gusto. No se le necesitaría para crear productores independientes que comprasen subarrendasen por tiempo frecuencia y facilidades. Ni se le necesitaría para que se desarrollasen formas de negocio, y competencia, hoy aún inimaginables. Sería posible transmitir nacionalmente, o regionalmente, no sólo montando una televisora, sino alquilando espacio en las existentes. Podríamos ver cadenas de televisoras locales, compitiendo con las nacionales, y productores independientes transmitiendo “sindicados” en competencia con cadenas y nacionales. Podríamos ver infinidad de alternativas. Sería dura la competencia. Algunas empresas no sobrevivirían. Pero tendríamos el máximo posible de alternativas para elegir, y el mínimo indispensable de Estado para regular. ¿Qué tan mínimo?. Pues tanto como los tribunales que han de dirimir los conflictos que puedan surgir, entre cualesquiera partes contratantes. Para eso son los tribunales, y las Leyes de carácter general.

 

Y FINALMENTE... PARA ALGUNOS POCOS

 

¿Qué no se puede, me dice Usted? ¿Qué ya se le ocurrieron mil problemas para el sistema por el que “no funcionaría en su realidad” sic. ? ¿Qué no entendió lo de la “falacia...” y que sigue pensando que como no lo hacen en ninguna parte no es posible. ¿Qué necesita de un ejemplo real y existente de algo que funcione de forma parecida, porque sin eso no termina de entender que mucho de lo que hoy existe, en algún momento fue primero pensado, sin que existiera de modo tangible?

 

La mayoría entendió... sabe Usted. Quizás no estén algunos de acuerdo, pero entender, entendieron casi todos.

 

Pero como el adorador de la mayoría es Usted, no yo. Pues de acuerdo. Me rindo. Tenga Usted su ejemplo, por analogía, de lo poco necesaria que es la intervención estatal en un sistema realmente privado de información, que opera en competencial, con acceso prácticamente libre, por mecanismos de mercado.

 

¿Cómo diablos cree usted que ha crecido la Internet? Ahhh!. Los servidores, interconectados, descentralizados, en una red global. Se han desarrollado con escasísima interferencia Estatal (excepto en los Estados totalitarios) lo que implica tan enorme cantidad de emisores alternativos, y de acuerdos para emitir, que puede Usted tener hoy (por ahora) la garantía de ser un emisor, de forma prácticamente gratuita. Aunque desgraciadamente eso está cambiando. Una creciente legislación estatista,  pende como “Espada de Damocles” sobre la red, y ya ha caído efectivamente sobre más de uno, en más de un lugar. Pero, eso, en lugar de mejorar la red, la empeora. ¿Quiere más competencia? Se puede, quizás ya no en la Internet (por ahora) sino en el espacio radioeléctrico. Ese sería un progreso enorme. Y sería un modelo mercantil para privatizar lo que hasta ahora se ha considerado “impracticable” de privatización. Como lo que es de todos, no es de nadie, y lo que es de nadie, nadie lo cuida y casi todos lo abusan, si pueden. No es asignando al Estado la propiedad –y menos la administración- de todo lo que “no es de nadie” que resolveremos problema alguno.

 

La verdad es que si pretendemos ser tanto libres como prósperos, no podemos olvidar que: El Estado está para administrar seguridad y justicia. No el uso mercantil de algo que puede ser titularizado y manejado en mercado competitivo eficiente. Crear un primer ejemplo de ello, con el espacio radioeléctrico, sería un buen principio. Y sólo un principio.

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