www.guillermordriguez.net Libre espacio radioeléctrico... Si el cielo es de todos... quiero el título de mí pedacito II |
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La nueva ley de contenidos sólo
es posible porque los modernos medios de comunicación radioeléctricos, se rigen por el anciano esquema legal de Luis
XIV. En el antiguo régimen, toda actividad económica importante estaba reservada al soberano. Como los mismos no
desarrollaban, ni frecuente, ni eficientemente, tales actividades, solían “conceder” graciosamente, el privilegio
de desarrollarlas, de forma limitada y regulada, a sus “favoritos”. El neo izquierdismo coincide
plenamente con el antiguo régimen, tanto como coincidía el paleo izquierdismo, aprista o socialdemócrata, en que el modelo
económico del antiguo régimen es el “ideal”, siempre y cuando la soberanía resida en “el pueblo”.
Así pasamos de ser esclavos del jefe de la tribu, a ser esclavos de la tribu... de la mayoría en la práctica.
O no tanto, las inolvidables vallas, que por meses cubrieron todas las carreteras de Venezuela con el famoso lema
“Chávez es el Pueblo” nos ilustraron claramente sobre en donde reside la soberanía “en la práctica”. “La oposición venezolana
acepta que los propietarios de radios y televisoras no son verdaderos dueños sino concesionarios de licencias del Estado.
Los patéticos propietarios también lo aceptan. ¿Qué argumentos válidos pueden
entonces oponer a las restricciones decretadas por el Gobierno?”
Ese es el problema en efecto.
Mientras una actividad dependa de la “graciosa concesión” del soberano, y no un derecho individual que limita
de forma absoluta el poder del soberano, no habrá libertad en el ámbito del que hablemos. Sí el papel. Todo el papel
que se pudiera fabricar, fuera propiedad indiscutida del “soberano” la prensa libre sería inimaginable.
Ni es de extrañar que entre las “concesiones” más vigiladas del antiguo régimen estuviese la imprenta. Como
el espacio radioeléctrico es, por ahora, propiedad indiscutida del “soberano” no puede haber libertad de expresión
real, en la radio y la televisión. Todo derecho que dependa de “la gracia” del soberano, es un derecho
muy relativo. Relativo al caerle o no, “en gracia” al soberano. Quien sea el soberano, es lo de menos.
En la practica, cuando es absoluto, siempre termina siendo uno sólo. PROBLEMAS
DE OFERTA La verdad es que no hay
mucha competencia real en un mercado de “graciosos” consecionarios. Los que recibieron gracias menores,
no pueden competir con los que las reciviron mayores, y estos al final, siguen siendo dos... y sólo dos. Tamoco hay suficentes
gracias menores como para que les compliquen la vida a los de las mayores... ni entre sí. En resumen. Puede que tengamos suficientes
radios... Y es notable que la radio sea “la victima silenciosa” de los supuestos o reales pecados de la televisión.
Pero es un hecho indiscutible que tenemos muy pocas televisoras. Si la oferta es escasa, no habrá
variedad en la oferta. Con pocas televisoras de señal abierta, local o nacional, la tendencia natural es por
televisoras “toderas” que transmiten “para todo publico” desde infantes hasta ancianos, desde moralistas
hasta libertinos. Y no será posible complacer a todos. De hecho, lo más que se puede intentar es segmentar por “horario”
y las promociones de unos horarios en otros, ofenderán indudablemente a los afectados. La solución de la regulación,
sólo podría ser prohibir lo que “ofenda” al criterio del todopoderoso soberano absoluto, señor del espacio radioeléctrico,
y los súbditos que le caigan “en gracia”. Y lo grabe es los infrahumanos representantes de
la basura hipócrita del tipo, servil moralizadora, suelen ser muy “graciosos”. EL MAL
LA CRÍA Y ELLAS SE JUNTAN Las malas leyes, son como
las malas gentes. Y valga la enmendada de plana del refrán, tanto por las leyes malas, como a sus autores, que no
son “crías” de DIos, sino del libre albedrío, del que puede nacer, tanto la bondad, como la maldad en el corazón
humano. Como bien claro dejó la ciudadana diputada Santos, no sólo es la Ley de Contenidos, hay infinidad de leyes
que “regulan” las graciosas concesiones del soberano. Y si tales leyes se aplican al pie de la letra. La televisión
“todera” es legalmente obligatoria. Las televisoras “temáticas” no podrían seguir existiendo...
de hecho, si consideramos seriamente las leyes de educación y de “desprotección” de niños y adolescentes, no deberían
existir. Si el problema sin solución
para el televidente que no quiere ver, promociones o propagandas, violentas o inadecuadas, durante la transmisión de las “comiquitas
infantiles” se origina la naturaleza “todera” la TV de señal abierta nacional. Transformar
tal modelo en “obligatorio” por ley, es una estupidez incalificable que se cometió tiempo atrás,
y que ahora se podría reforzar y “hacer cumplir”. O quizás no. Todo depende del gracioso humor
del soberano. El objetivo sería tener el mayor
número posible de televisoras nacionales, regionales o locales, de señal abierta, transmitiendo en competencia. Difícilmente
sobrevivirían las televisoras realmente “toderas”, y los mercados más específicos, con la demanda que
su mera existencia implica, permitirían la oferta de televisoras temáticas, en donde “las infantiles” se concentrarían en
cubrir el entretenimiento de Los niños, y las preocupaciones de los padres. Tendríamos televisoras para moralistas, y televisoras
para libertinos. Y cada quien vería lo que deseara, sin ofender, ni sentirse ofendido. Excepto los que se ofenden
por no poder imponer por la fuerza sus peculiares criterios a los demás. Pero la basura servil merece pudrirse sola
en su impotencia. Pues de su potencia, nacen todos los males de la civilización. ENFOCANDO
EL PROBLEMA REAL Para cambiar el esquema
de concesiones, por un esquema de propiedad, hay que privatizar el espacio radioeléctrico. Entendemos que el que
el espacio radioeléctrico sea propiedad del estado, es un accidente que nace de la necesidad de regular las “frecuencias”.
Es el mismo problema de regular el uso de las tierras públicas, o se dan en “concesión” o se privatizan.
Y en todo el mundo, se optó muy "estatistamente" por “la concesión”. Como el soberano “moderno” es
teóricamente “el pueblo” y el pueblo somos todos. Y como la administración “delegada” de nuestro
espacio radioeléctrico por el Estado nos coloca en una situación en la que un legitimo interés de que no aparezcan “rabos
al aire” en medio de las “comiquitas” choca con el absoluto y natural derecho humano básico de tener libertad
para “actuando en el marco de ley general, recolectar, procesar y transmitir información sin, discriminación de acceso
a la actividad, requisito previo, o limitaciones por legislación especifica alguna", que es muy diferente de “sin
responsabilidad legal alguna”. Si el ejercicio del derecho, sin limites graciosos, ni del soberano, ni de sus
gremios privilegiados, causa un daño a un tercero. Para eso están las
leyes, civiles y penales, de carácter general. No se necesitan leyes especificas en lo absoluto. POR
ESO INSISTO... SI EL CIELO ES DE TODOS... QUIERO EL TÍTULO DE MI PEDACITO Así las cosas, privatizar
el espacio radioeléctrico responde a una “necesidad social”, la necesidad de tener infinidad de televisoras compitiendo
entre sí, para ganar nichos específicos de mercado. Pero no hay razón alguna para que el Estado se lucre
fiscalmente de la solución de tal problema. Bien que se ha lucrado políticamente, del poder de ser el gracioso concesionario,
Aunque como en el literario caso del Doctor "Frankenstein", la criatura se le sale de control ocasionalmente... y luego termina
por regresar al redil. Teme más la competencia que la “mordaza” esa criatura. Y ese mismo Estado se lucrará fiscalmente
cobrando impuestos sobre una industria creciente, competitiva y mucho mayor que la actual... que no es pequeña en términos
de capital, sino en número compañías. No se trata de proponer
subastas de frecuencias. Se trata de transferir de forma definitiva e irreversible, la propiedad de todo el espacio radioeléctrico
a todos y cada uno de los ciudadanos, con un titulo de propiedad individual vitalicio e intransferible, para que
sean las personas las que “concedan” a empresarios interesados, el derecho a transmitir. La próxima semana, en el tercero de esta serie de artículos, explicaré detalladamente como se podría establecer, y
como operaría, un sistema de propiedad privada universal del espacio radioeléctrico. Ejemplo de privatización devolucioncita,
no fiscalista, que sería una forma de capitalizar y de “dar el verdadero poder” al pueblo. “Dar
el verdadero poder al pueblo” es buena y notable idea, pero para dar el poder al pueblo, hay que quitárselo al que lo
tiene actualmente “El Estado”. Dar poder real al pueblo es hacerlo menos dependiente del Estado, no más,
que es lo que se ha hecho, hasta la fecha bajo tal “slogan”. Dar poder real al pueblo, pasa por capitalizar
una población descapitalizada, y es el principio de la construcción de una economía capitalista popular, y una Republica
liberal individualista... pero es sólo el principio. |
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