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![]() www.guillermordriguez.net No se necesita una Ley de Policía Nacional: La solución empezaría con una Ley Nacional de Policías |
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La naturaleza del gobierno es lo que define sus limites, un gobierno
que los excede, no es más que un gobierno desnaturalizado. Como los gobiernos son entes de naturaleza represiva,
deben limitarse a las funciones represivas. Si ha de existir gobierno, es para proteger los derechos individuales
a la vida, libertad y propiedad de todos y cada uno de los gobernados. Y la única forma de hacer tal cosa, es mediante
ejércitos, policías y tribunales. Del que los gobiernos se excedan de sus funciones naturales resulta una
gran cantidad de males terribles, de los que para efectos de seguridad y defensa se destacan cuatro: En Venezuela sufrimos gobiernos crecientemente excedidos en funciones,
poderes y atribuciones por décadas, con lo que ha crecido el empobrecimiento, la inseguridad jurídica y nacional, y ha caído
la calidad de vida y la esperanza de progreso de la población. Que la misma población se da gobiernos cada vez más excedidos,
esperando de ello la solución de los problemas que el exceso de gobierno produce, es el único problema “cultural”
a resolver por medio de la educación (en un sentido amplio) en nuestro país. DEL EXCESO GENERAL AL CRIMINAL Los asesinatos de estudiantes universitarios en el barrio Kennedy,
se pueden calificar de exceso criminal del gobierno. Tan poco novedoso es el crimen en sí, como el método
de encubrimiento intentado... que hasta el Presidente de la República se pregunta públicamente: ¿Cuántos
inocentes no habrán sido asesinados impunemente de la misma forma?. Que un funcionario con casi siete años de gobierno
diga que está tan consciente, como escandalizado de estos crímenes, para agregar que no se ha podido ocupar de lo que origina
tales crimines, debido a que en algun trimestre de alguno de esos siete años sufrió un paro petrolero, y durante tres
días de otro, un intento de golpe de estado -de cuyo fracaso salió fortalecido- nos habla de las excusas de todo gobierno
excedido. Con o sin paros e intentos de golpe de estado, no se pueden ocupar de sus funciones
naturales los gobiernos desnaturalizados de ayer y hoy. Y cada vez que el exceso de los funcionarios
particulares, supera escandalosamente el del gobierno general, la atención que se le presta por escándalo al crimen de
tales funcionarios, tiende a traducirse en nueva legislación por la que se incrementa el exceso de funciones, poderes y atribuciones
del gobierno. Obviamente es un circulo vicioso. EL
MAYOR DE LOS EXCESOS Ya que los presuntos asesinos serían funcionarios de la Dirección de Inteligencia
Militar, actuando en complicidad con otros de la policía judicial, encontramos la separación entre funciones civiles y militares
excedida. En un gobierno limitado, ordenado y eficiente, la función de un organismo de inteligencia militar sería
proveer a los mandos, con toda información sobre los enemigos potenciales necesaria
para la defensa nacional. Cosa que no tiene relación, más que accidental y ocasional, con las funciones y atribuciones
de las policías. Que los funcionarios militares y policiales que sufren el asesinato
de algún colega, se dedicaran a la venganza buscando y asesinado a los culpables, sería un crimen terrible... y muy
peligros para la población, entre otras cosas, porque están muy lejos de ser infalibles. El que en lugar
de eso actúen como fuerza nazi de ocupación, reduciendo sus “venganzas” a ninguna búsqueda real, razias de abusos
sistemáticos, y el asesinato de los primeros pendejos que encuentren en la zona de la razia criminal, es la razón más importante
por la que no se puede tolerar lo primero. Inevitablemente conduce a lo segundo... y aún a cosas peores. PANTALLAS Y OLVIDOS El que una oposición no menos estatista -y por ello con su propia responsabilidad histórica de excesos gubernamentales, generales y criminales- pida un voto
de censura contra el Ministro del Interior, por el presunto crimen de funcionarios de inteligencia militar en complicidad
con funcionarios de la policía judicial, en lugar de empezar la solicitud de tal voto de censura por el Ministro de la Defensa,
resulta curioso y lamentable. Que el Presidente de la República hable de las políticas policiales
de “cero tolerancia” y del lema de campaña “plomo al hampa” como causas de fondo de tal tipo de crímenes,
no es menos curioso, ya que el candidato que tal campaña realizó venía de ser su ministro de la secretaría, y fue el más votado
de los candidatos de su partido. El salto de talanquera posterior no resta nada del completo respaldo que la campaña
política -con tono, promesas y lemas- de tal personaje recibió del primer mandatario. Sin tal respaldo jamás habría sido Peña
Alcalde Mayor, y prueba de ello es que con el talanquerazo que le hizo perderlo dejó de serlo. Otra cosa es que nada
tenga que ver el mentiroso populismo de los destemplados gritos del candidato Peña -prometiendo crímenes espantosos como supuesta
acción de gobierno en plena campaña electoral- con el verdadero significado de “tolerancia cero” como filosofía
de acción de las policías preventivas. La tolerancia cero con las violaciones menores a la Ley, para ser efectiva,
empieza por casa. Por los propios cuerpos policiales preventivos. SOLUCIONES FALSAS Y VERDADERAS Sí otros crímenes, como los barrio Kennedy, han sido exitosamente encubiertos
por los asesinos mediante la complicidad, es crítico recordar que se requiere para ello de la complicidad, activa y pasiva,
de funcionarios que pueden ir desde lo militar hasta lo policial, pasando por lo judicial. Por ello no es razonable
que la misma Asamblea Nacional que nombra comisiones especiales para investigar una red de presuntas complicidades criminales
de tal tipo en el Estado Guarico, respondiese al problema de fondo de los excesos policiales -sin ocuparse de los
militares- unificando todas las policías en una sola. Así sería más fácil y frecuente la complicidad necesaria
para la acción criminal de los malos funcionarios, y desaparecería la sana y necesaria competencia política entre
gobiernos regionales, por dar respuestas policiales propias y eficientes en la búsqueda de votos. Y sin eso, de
poco servirían cursillos “intravenosos” de derechos humanos, especialmente cuando la otra parte
del problema está en la ideología estatista que se enseña en las escuelas de formación policial... sin dejar de lado otros
graves excesos que al interior de alguna de tales instituciones se ha denunciado públicamente, ayer como hoy. El espectáculo de funcionarios de inteligencia militar haciendo de policías,
así como policías en el papel de guardaespaldas de funcionarios, servicios de inteligencia policial patrullando disfrazados
(y armados) de militares, policías judiciales cumpliendo funciones de patrulleros, o de patrulleros investigando en el
papel de detectives judiciales, es una feria de excesos -y confusiones- que únicamente daña la seguridad de la población...
y aún del Estado. Lo que necesitamos es empezar por separar claramente lo militar
de lo civil, y continuar separando claramente funciones, atribuciones, poderes y limitaciones de una policía nacional
de investigación judicial (que existe ya) dedicada única y exclusivamente a eso, en cooperación con policías administrativas
y preventivas municipales autónomas, dedicadas, única y exclusivamente a eso, y policías estadales, también administrativas
y preventivas, restringidas a extensas zonas rurales y vías públicas estadales únicamente. Y acaso... una policía nacional
de aduanas. Eso es lo que se necesita separar, organizar y limitar por ley, para la seguridad de la población. El
resto es la seguridad del Estado, que es un asunto de inteligencia militar -y civil- distinto y distante
de la policía. Y como tal debe ser separado y manejado eficientemente dentro de los limites de la Ley. Y eso, que
sería un buen principio, es tan sólo el principio.
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