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Sí PDVSA vende CITGO: ¿Dónde van después los reales?














Guillermo Rodríguez G.





3erPolo
















“El gobierno no puede solucionar el problema,
el gobierno es el problema.

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El que comprar y operar CITGO fuera un mal negocio ara el accionista de PDVSA, (que ha sido y es, el gobierno de turno) no implica que venderla sea un buen negocio para el accionista. Pero es un indicio importante.  No hay duda que una transnacional energética del tamaño y recursos de PDVSA pudiera hacer mucho mejores negocios de los que ha hecho, y manejarse, en términos mercantiles, mucho mejor de lo que se ha manejado. Pero, eso será imposible en tanto sea una empresa estatal. Los gobiernos se manejan con criterios políticos, no mercantiles. Y las empresas de los gobiernos, dan sus réditos políticos, a costa de su eficacia mercantil. Ese es el inevitable resultado negativo de permitir a los gobiernos actuar fuera de sus funciones naturales. Pedir una empresa gubernamental manejada con eficiencia mercantil, como bien sabemos los liberales, es pedir "peras al olmo". Y no le pediremos peras al olmo petrolero revolucionario, como no las pedíamos del olmo paleo-izquierdista. La solución pasa por la privatización popular petrolera , pero lo que ahora discutimos no es eso. Es la posible privatización de una parte de las operaciones internacionales de la estatal petrolera venezolana. Aunque en todo caso, si algo aprendimos los liberales en la década de los ’90, respecto a la venta de activos estatales, es que la pregunta crítica, por ser la que más impactará el bolsillo del ciudadano de a pie, realmente es: ¿Qué se hará con el ingreso proveniente de tal venta? Y eso, que no vemos que respecto a ningún proyecto de venta de activos lo pregunte la oposición paleo-izquierdista fracasada de Venezuela. Obviamente porque no tienen nada que proponer sobre el destino de tales fondos, que difiera en algo significativo de lo que hace el gobierno revolucionario neo-izquierdista

 

LA COLINA DE HUGO

 

Veamos los antecedentes: Antes de la toma revolucionaria de PDVSA, mediante la estrategia que el Ciudadano Presidente de la República, y supremo caudillo continental del neo-izquierdismo, explicó en su discurso ante la Asamblea: “las crisis muchas veces son necesarias, incluso a veces hay que generarlas. Lo de PDVSA era necesario aun cuando nosotros, bueno, no es que no la generamos, sí la generamos, porque cuando yo agarré el pito aquel en un Aló, Presidente y empecé a botar gente, yo estaba provocando la crisis; cuando nombré a Gastón Parra Luzardo y aquella nueva junta directiva, pues estábamos provocando la crisis. Ellos respondieron y se presentó el conflicto y aquí estamos hoy". PDVSA fue, en el papel, una corporación de 186 empresas. PDVSA Internacional tenía registradas 51 filiales en EE.UU., 10 en Europa, 24  en el Caribe, una en Japón y una en Brasil.  PDVSA internacional sumaba 88 empresas filiales, con una amplia gama de complejas y obviamente no muy transparentes operaciones cruzadas. Las filiales de PDVSA en EEUU dependieron de PDV Holding Inc. de Delaware, la cual manejaba PDV Texas Inc., PDV Swenny Inc., PDV Chalmette Inc. y PDV America Inc. Estas empresas operaban las ocho refinerías en EE.UU. y la empresa CITGO constituida, a su vez, por 42 filiales. En Europa PDVSA tenía Propermyn B.V. en los Países Bajos, de la cual dependió PDV Europa B.V. y las filiales AB NYNAS de Suecia. La ya famosa Ruhr Oel de Alemania y también PDV Supply en los Países Bajos. En el Caribe PDVSA tenía: Bonaire Petroleum y Propemyn N.V. en Curazao. En Bahamas: Baproven Ltd, y Bahamas Oil Refining. Registradas en las Antillas Neerlandeas: Borco Towing, Venedu Holding N.V. Además de PDVSA Finance Ltd. en Islas Caimán, y PDV Insurance Co de Bermudas. También PMI en Panamá y Petromar en Aruba. Por otro lado: PDVSA LV Inc., Hovensa, TCP Cooper Venezuela Ltd., también en las Islas Caimán, y Trimark Insurance Bermuda, Internacional Petrochemical Bahamas, Venfleet Bahamas, Bitor América Holding Curazao y Guasare Coal Internacional entre Curazao y Aruba.

 

Compleja trama, que pasa por varios “paraísos fiscales”, y se presta para infinidad de operaciones cruzadas. Nada raro en una gran trasnacional, que uno quisiera ver deseosa de minimizar todo costo razonablemente reducible, especialmente el costo fiscal, y maximizar la utilidad del capital invertido por sus accionistas. No de lo contrario. Y en el caso de PDVSA, es evidente que como empresa de propiedad Estatal, debería considerar costo fiscal, lo que pagaba en impuestos únicamente a otros gobiernos. No a su accionista. Y no es menos evidente que la participación del accionista único en sus ganancias, se ha minimizado consistentemente por décadas. Aparte de los costos, incluidos los fiscales externos. ¿Qué más se “maximizo”? No podría yo más que sospecharlo. Pues hoy es la revolución la que tiene las cuentas. Pasadas y presentes.

 

Esa fue la colina que tomó la revolución. Tan como deja claro en  una conversación difundida en el sitio web http://www.venezuela.gov.ve/ en que Chávez narró al periodista Eleazar Díaz Rangel que "nosotros tenemos aquí ya casi 4 años y no hemos podido tomar la colina de PDVSA. ¿Cómo podía aceptar yo ser presidente de un país, Venezuela, y que aquella vieja PDVSA, donde yo, presidente, no podía siquiera mover un gerente, nada. Entonces yo dije, vamos a tomar esa colina cueste lo que cueste".

 

En que se ha transformado la colina. Pues si antes fue una “caja negra” con sus grietas por las que se obtenía, aunque con enorme dificultad, información. Ahora es “completamente transparente” pero en el sentido de ser literalmente  invisible, se puede ver a través de ella, y no se ve nada de lo que hay adentro.

 

LA INTERNACIONALIZACIÓN Y CITGO

 

El negocio internacional de PDVSA tuvo su inicio en 1983, con la compra de refinerías en Alemania, que se presentó como el inicio de una política  de asegurar la colocación de los crudos refinados en esos mercados. La PDVSA pre-revolucionaria adelantó una internacionalización en que, cada año, los cierres contables mostraban un pobre desempeño. Mientras la propaganda de los gobiernos paleo-izquierdistas de la adecocracia, presentó la internacionalización aquella como un excelente negocio. Todos los analistas independientes que han revisado concienzudamente los números, incluso los estatistas más redomados, paleo o neo izquierdistas, reconocen, de buena o mala gana, que el rendimiento real del negocio internacional de PDVSA desde 1990 hasta 1998 no llegó al 2% en promedio.

 

Un sector ideológicamente muy cercano al proyecto revolucionario comandado por Chávez. Y algunos liberales, que siempre fuimos contrarios a dicho proyecto. Curiosamente coincidíamos en ver que aumentaban los costos operativos y se reducía la “participación fiscal” de forma sostenida, por lo que, entre otras cosas, sospechábamos que se exportaban las ganancias, y se "diluían" en operaciones entre filiales, e importaba los costos enormes de mantener 18 refinerías. También sospechábamos que, debido a la aparente magnitud de las “perdidas importadas”, debían existir otros malos negocios, para la corporación y su accionista, aunque no necesariamente para quienes los adelantaban.

 

La batalla por “la colina de Hugo” y sus políticamente ineptos enemigos de aquel momento, además del descomunal costo para la economía y el bolsillo del ciudadano de a pie, permitió “redondear” la información faltante con infinidad de filtraciones “cruzadas”.

 

En aquella colina... De las 21 refinerías de PDVSA hay tres en Venezuela: CRP, PLC y El Palito. Nueve están en EE.UU.: Lake Charles, Corpus Christi, Lemont, Paulsboro, Savannah, Lyondell, Chalmette, Sweeney y Saint Croix. Cuatro en Alemania: Gelsenkirchen, Karlsruhe, Neudstat y Schwedt, una en Amberes Bélgica, dos en Suecia: Gothenburg y Nynashamm y dos en Gran Bretaña: Dundee y Easthan. Y está CITGO que suministra gasolina y lubricantes a unas 14,000 estaciones de servicio (que son franquicias) en el territorio de los EE.UU.

 

También entendimos mejor las dudas -que compartíamos- de algunos amigos ingenieros, sobre los patrones de refinación de muchas de las refinerías que se compraron en la internacionalización, que no se correspondían, ni se podían corresponder (salvo con enormes inversiones adicionales) con los crudos venezolanos. Tales dudas parecían muy razonables al constatar que el sistema de refinación de CITGO no refinaba sólo crudo Venezolano, sino, y aparentemente en muy importante cuantía, crudos de otros orígenes. No me sorprendió entonces que el presidente de PDVSA y ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, declarase al diario EL UNIVERSAL que montaban tales compras unos 18 mil millones de dólares al año.

 

Pero lo importante es que la información contable mostraba que CITGO habría tenido presuntas pérdidas durante muchos años, y que la única razón por las que no se reflejaban directamente como tales, es que PDVSA le subsidiaba, generalmente entre uno y medio y dos dólares por barril, y en algunos casos especiales hasta más de cuatro dólares por barril. Así que todo indicaba que el fisco venezolano -accionista único- deja de percibir por lo menos 100 millones de dólares al año. Y que, como CITGO no declara los descuentos, estaría declarando una ganancia ficticia en los EE.UU., con lo que estaría pagando impuestos de más al fisco estadounidense. 

En su extraordinario año 2003, CITGO, vendió alrededor de 20 mil millones de dólares, aportando al fisco venezolano, que es su accionista, una ganancia de 640 millones de dólares o sea el 3,3% de lo vendido. Y si se eliminaran los descuentos, las cuentas, de por sí poco satisfactorias, serían mucho perores. Pero desde 1990 hasta el 2003 CITGO vendió en unos 185 mil millones y medio de dólares con una utilidad para su accionista que lucia prácticamente nula. Mientras los estados financieros del primer trimestre del 2004 mostraban una ganancia de sólo 35 millones de dólares que representa el 0.52% de sus ventas en ese periodo.

 

¿MICRO-PRIVATIZACIÓN, FISCALISTA Y "GEOESTRATÉGICA?

 

La revolución tiene razones políticas “geoestratégicas” para no ser dueña de refinerías en territorio de los EE.UU. Y el déficit global de la capacidad de refinación, ocasionado principalmente por la sobre regulación de marcada influencia del eco-terror neo-izquierdista globalizado, los distorsionantes impuestos excesivos, ni otras interferencias espasmódicas de los gobiernos en el mercado energético, implican que se podría reorientar todo el errado concepto de internacionalización de una petrolera venezolana, para aprovechar las oportunidades de negocio. Pero pedirle eso a una empresa estatal, de cualquier Estado, es pedirle “peras al olmo”.  Sobran análisis serios e independientes, que nos señalan como la PDVSA revolucionaria no habría sido más que el cambio de unos vicios por otros. Para la revolución lo importante era el control político, sacar al “enemigo” de una “colina estratégica”. El secreto y la presunta ineficiencia, malos manejos, o corrupción, parecen irrelevantes para la revolución, en tanto su publicidad asocia la “nueva PDVSA” con sus misiones sociales. La realidad, como antes, no está en la propaganda del gobierno de turno. Está en los números. Y los números, como antes, no están a la vista. En palabras de quien, además de informado analista, entiendo que es un marxista, revolucionario, y firme partidario del neo-izquierdismo chavista, desde sus inicios, como Víctor J. Poleo Uzcátegui: “Si la vieja PDVSA fue un proyecto tecnocrático carente de ética y con ambiciones políticas, la nueva PDVSA es un proyecto político carente de ética y sin tecnocracia.” Y si tuvo razón sobre los vicios del pasado, lo que dice ahora sobre los evidentes, y menos evidentes, resultados inevitables del tipo de solución que propugnó, pueden tomarlo, respecto de esta última, como una muy confiable, e informada, “confesión de parte”. Aunque no fuera “esa” su intención.

 

Así las cosas. Es difícil juzgar mal la venta de un activo con tan mal historial de manejo. Y sería una suprema ingenuidad pensar que hay alguna razón para que un gobierno de quinta lo manejase mejor que otros de cuarta. La venta de cualquier activo de PDVSA. Que es una privatización fiscalista globalizada, si el activo está fuera de Venezuela. Debe ser evaluada por el uso que se le dará a los recursos. La mitad de esos recursos debe usarse para pagar parte del principal de la deuda externa venezolana, reduciendo el monto real de tal deuda, y la otra mitad se debe entregar a cada venezolano, mayor de edad, en forma de “cupones” para servicios de salud y educación. Si PDVSA es del pueblo, y PDVSA vende una parte de que “es del pueblo”. Que se le dé al pueblo, es decir: a todos, y cada uno, su parte. Para el uso al que la limita la Constitución (que sólo por eso digo, en lo inmediato, cupones tipo "cestatikets" de salud y educación) pero a cada cual lo suyo. Después de todo, en la mayor parte de vías del país se han retirado las vallas que rezaban  “Chávez es el Pueblo”. Eso sería el muy modesto y limitado principio de un conjunto de acciones para que realmente “PDVSA sea del pueblo”. Y pasar ese critico activo de la actual propiedad del estado, al pueblo en verdad, sería el principio de una verdadera corporación energética transnacional venezolana eficaz y eficiente. Capaz de aportar muchos más impuestos al mismo Estado que la ha mal administrado, y capaz de recapitalizar, en parte, una población descapitalizada por la inflación y devaluación, que han sido el “motor financiero” de las políticas de todos los socialismos serviles que han gobernado a Venezuela hace casi cincuenta años. Un importante principio. Pero sólo un principio.
















3erPolo

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