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Si el petróleo es del pueblo: ¿Cuándo y como le dan a cada quién lo suyo?














Guillermo Rodríguez G.





3erPolo
















"La gente empieza a darse cuenta que el aparato del gobierno es costoso.
Lo que aún no ven es que el peso recae sobre ellos."
 Frederic Bastiat

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Si hemos de saludar el año 2005 con esperanza. No será tanto por un crecimiento disfuncional de la economía, basado en el incremento de un gasto público deficitario del que, tarde o temprano, tendremos un nuevo y doloroso ajusto de cuentas -contra el que sólo queda prepararse por medio del ahorro y la prudencia- Si no por lo esperanzador que resulta  ver como crece el número de personas que han entendido la debilidad crítica y fundamental del grueso de las fuerzas opositoras venezolanas: La falta de unos principios y una doctrina, no sólo diferentes, sino diametralmente opuestos a los de una revolución neo-izquierdista. Y es la causa inicial de todas las derrotas opositoras, porque pese a los evidentes abusos de poder y presuntas violaciones de derechos fundamentales (tanto los presuntamente oficiosos como los presuntamente oficiales) la revolución avanza dentro del principio de la democracia ilimitada, y la legalidad que ella misma se ha dedicado ha construir en base de tal principio. Legalidad que pudo adelantar a partir de la del paleo-izquierdismo de la adecocracia, que le dejó ya montadas las bases fundamentales de un futuro sistema democrático totalitario. La democracia, es vital entenderlo, derivará hacia la tiranía, en la medida en que la mayoría se atribuya el poder de violar los derechos inalienables de cualquier individuo o minoría. Y una tiranía basada en la voluntad de la mayoría, sólo puede mantener la esperanza de retener el apoyo de la mayoría transformándose en totalitaria.

La verdad es que tal proceso, jamás lo revertirán los que comparten su fondo ideológico. Y menos aún quienes lo iniciaron el pasado. Las voluntades se ganan con nuevas ideas, capaces de generar nuevas esperanzas. No puede tomar jamás la ofensiva una oposición que comparte la ideología de la revolución. Y sólo se puede avanzar en la ofensiva, que en política, sólo puede ser ideológica.

 

LA OPOSICIÓN INÚTIL

 

Hay una “oposición” que jamás fue otra cosa que la aspiración de alcanzar, o retomar, el poder para hacer, más o menos, lo mismo que los que hoy gobiernan. Tales fuerzas (o debilidades) políticas comparten los principios básicos de la ideología chavista... todos son socialistas. Así que cambiar unos por otros carece de objeto. Y como “no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo” cada vez son más los que entienden que las fuerzas opositoras, partidos y ONG´s, con escasísimas excepciones, son, más o menos, lo mismo, que los revolucionarios... y viceversa.

Dirigida desde las desmedidas ambiciones políticas del oligopolio -internamente enfrentado-  de las grandes televisoras nacionales de señal abierta -que temen más a la competencia abierta, en un mercado libre, que al neo-izquierdismo que intentaron derrocar por todos los medios a su alcance- la “militancia” anti-chavista, se encuentra ante la derrota definitiva. Sus lideres fundamentales, los medios, se han doblegado, de forma más o menos evidente según el caso, pero en todos han cambiado el tono y estilo de la programación noticiosa y de opinión. Es cada vez más raro el tono despectivo hacia en Ciudadano Presidente (y Caudillo único de la revolución y único legitimo de la izquierda venezolana). Mientras tanto. El más escatológico de los programas de adoctrinamiento, al otro lado del campo, cambia las banderas de Venezuela por las de Cuba en las cachuchas -y el rostro de Bolívar por del guerrillero Guevara en las franelas- del trío de conductores que hacen del insulto personal, el resentimiento social más hipocrita, y la jaladera más rastrera, los tres  grandes temas de la política en los medios del Estado.

Ante tal panorama, algunos se deprimen y se desentienden de la política, arte cuya naturaleza jamás llegaron a vislumbrar. La evidencia de “hacer política” por varios años seguidos les ha demostrado, en términos de resultados, que carecen de los conocimientos, habilidades, capacidades y herramientas, para hacerlo con éxito. Así que es lógico que, ya demostrado que son menos capaces que los políticos, que consideraban los seres menos capaces, es obvio que la primera conclusión que les permitiría aprender, se las impide la desmedida e irreal percepción falsa de sus propias personas. Culpan a algo, o alguien, externo de las derrotas y fracasos que ellos mismos produjeron. Y se regresan a la indolencia. Pero, sin renunciar por ello al conjunto de basura ideológica, falsedad filosófica, incoherencia, y pensamiento mágico, que en su ignorancia reputan por conocimiento.

 

LA OPOSICIÓN POSIBLE

 

Pero hay quienes han aprendido de la experiencia. Y más que listos para dejar el campo, están en la disposición de aplicar lo aprendido. Han visto, y entendido, las causas y las consecuencias de los errores de aquella oposición inútil. Y lejos de los seudo-lideres que ansían -y están logrando algunos- una asimilación colaboracionista en la revolución, para vivir del oficio político -que sólo conocen en sus practicas más elementales- y de los seudo-militantes –que ni eso conocen- del partido del anti-partidismo, y de la ideología de quienes compartiendo el izquierdismo más primitivo y rampante, se proclaman anti-ideológicos. Hay una oposición posible:

 

1- Que actúe dentro de la legalidad democrática revolucionaria, apegándose a sus normas y procedimientos de participación, sin compartir los principios positivistas, absolutistas, colectivistas y estatistas, en que se basa tal legalidad, a fin de derrotarla, desmontarla y construir un modelo institucional opuesto, por medios democráticos y legales.

 

2- Que responda a las preguntas de una población empobrecida por casi cincuenta años de socialismo creciente, con respuestas que sean realistas, inmediatas y compresibles, diametralmente opuestas a las de la revolución (que es más de lo mismo, pero mucho más) y capaces de despertar la esperanza de un cambio de fondo.

 

3- Que sustente su programa en revertir un hecho histórico indiscutible. El Estado Venezolano, y quines de él medran, se ha enriquecido, por medio de la devaluación e  inflación, a costa del empobrecimiento de la población decente y trabajadora. Por lo que no hay cambio de fondo posible, hasta que los recursos mercantiles del Estado pasen a manos de la población.

 

4- Que combine la practica política en los espacios que abre la legislación vigente, para presentar, discutir y adelantar, tales propuestas, con la divulgación y formación doctrinaria en los principios de justicia en que se sustentan.

 

5- Y principalmente. Que defienda la superioridad moral y la justicia real de sus principios, doctrina, propuestas y programas, en esos términos. Los de la justicia. No primero, sino única y exclusivamente. Justicia. Contra las falacias inmorales, rapaces y profundamente injustas, que combinando la envidia con el resentimiento y la mentira, sustentan la ideología imperante hoy, en las fuerzas políticas que gobiernan, en las que gobernaron, y en la inmensa mayoría de la políticamente incapaz sopa de letras que se autodenomina “sociedad civil”

 

LO PEOR DE LO PEOR

 

Si no construimos esa oposición de inmediato, no hay alternativas entre los socialismos. Venezuela ha sido un país con una cultura política mayoritariamente izquierdista. El pensamiento y las practicas de la izquierda socialista son mayoritarios -y totalitarios- en gobierno y oposición. Por lo que luce el elector venezolano condenado a elegir entre lo malo y lo peor. Pero hay un error. No puede elegir lo malo. Todo socialismo es peor, en la medida en que gobierne. Así que cualquiera que elija, en algún momento del futuro, será peor. El socialismo es la destrucción sistemática y progresiva de la civilización, y en la medida en que avance serán siempre peores sus resultados. Las diferencias entre el paleo-izquierdismo de la adecocracia, y el neo-izquierdismo chavista son las propias del cambio de piel de la serpiente. La adecocracia es el socialismo democrático con su piel antigua. El chavismo se viste con la nueva, y no es ni menos democrática, ni luce menos dispuesta a la violación de los derechos fundamentales a la vida, la libertad y la propiedad, dentro o fuera de la Ley. (Y es de notar que el neo-izquierdismo prefiere, lo más posible dentro, mientras el paleo-izquierdismo prefirió, históricamente, lo contrario) El mismo cambio de piel ocurre en el resto del mundo. Pero por encima de la miríada de notables e importantes diferencias, la naturaleza fundamental del sistema es la misma. Se trata de una mentira irrealizable cuyo único resultado final es la destrucción. Y quienes sostienen cualquiera de sus versiones, lo hacen sólo por ignorancia o maldad.

Desde el muy democrático nacional socialismo alemán del primer tercio del siglo pasado, pasando por todos los socialismos revolucionarios, llamados comunistas, la socialdemocracia estadounidense y europea, al reciente y exitoso neo-izquierdismo. Lo único que hemos visto son cambios de piel. Cambios para cubrir evidentes fracasos, con la apariencia de la novedad. Única forma fin de darle oxigeno a la mentira. Todo socialismo se basa en la mentira de los astutos y se sustenta en la envidia de los incapaces. No hay socialismo bueno, ni realmente hay socialismo nuevo. El socialismo es, por su propia naturaleza, empobrecedor destructivo, y por encima de todo ¡servil!. Y en la naturaleza de lo servil, está el no quedarse a medias. A la larga, no se puede ser sólo medio servil. Todo pensamiento político servil termina en la construcción del poder totalitario. Lo medio servil es sólo un paso hacia lo completamente servil. Con el tiempo... No se puede ser liberal para unas cosas, y servil para otras, o se es liberal o se es servil.

La democracia ilimitada es la peor dictadura. Los seres humanos tenemos el derecho natural de propiedad sobre nuestra propia persona. Es decir, que somos en todo soberanos de nosotros mismos, y el Estado ha de existir única y exclusivamente para defender esa soberanía, de cualquier amenaza, incluido la de la mayoría y la del Estado mismo. Pero para alcanzar tan tremenda revolución institucional liberal, hay que empezar aquí y ahora, por algo mucho más modesto, y más inmediato.

 

CAPITALIZACIÓN POPULAR PETROLERA

 

La construcción de la oposición liberal deberá constituirse inicialmente en forma de frente, en función de una primera propuesta concreta común. Y esa propuesta ha de ser la primera de muchas que se impulse por la vías de la “participación protagónica” que dejó abiertas -evidentemente sin aspiración de que fueran mucho más que saludos a la bandera- la revolución, pero que una oposición liberal pueden utilizar -con gran esfuerzo- dentro de la legalidad democrática revolucionaria.

En el 2005 debemos partir con una propuesta realista para comenzar a transferir activos del Estado a la población. El artículo 311 de la Constitución dejó una ventana para la asignación de la regalía petrolera directamente a la población. Podríamos privatizar la regalía. Pero sólo en los términos que la Constitución establece. Y la Constitución establece que ha de ser para “la inversión real productiva, la salud, y la educación”. Así las cosas. Debemos formar un frente amplio, capaz de incluir a todos los que han entendido el error ideológico y conceptual de la oposición la oposición inútil, para un recoger firmas para presentar como iniciativa popular un proyecto de ley con los siguientes objetivos:

 

1- Transferir directamente para cada venezolano desde que cumpla la mayoría de edad, hasta su edad de retiro. En una cuenta individual, de su libre elección, que puede ser un fideicomiso bancario, de seguro, o de otro tipo. Su cuota parte de ese ingreso patrimonial del subsuelo.

 

2- Que el 50% de los fondos transferidos a cada cuenta, se acumulen, junto con su rendimiento, capitalizándose individualmente, hasta la edad de retiro. Y luego sean entregados para que el titular decida como los ha de invertir para disponer de una pensión digna.

 

3- Que el otro 50% dividido en partes iguales, esté disponible para cada titular, en cupones (análogos de los conocidos “cestatikets”) para ser usados exclusivamente en gastos de salud y educación. Y que tales cupones sean emitidos por las mismas instituciones en que el ciudadano mantenga su cuenta. Que los valores en las cuentas individuales, que respaldan dichos cupones, sean acumulativos, junto con su rendimiento, por los valores que no se gasten. Y se puedan destinar tanto para sistemas de salud pre-pagada, como al pago de seguros, o de servicios directos. Según cada cual, individual y voluntariamente, lo considere prudente.

 

Por ahora, se trata de privatizar la renta, no la propiedad del subsuelo -pues para eso se requeriría otra constitución- sino la renta del subsuelo -cosa que la actual permite-. Y sí alguien desea llamar eso “democratizar” porque cada ciudadano, desde el más rico, hasta el más pobre, recibirá su parte igual en todo, y decidirá, él y sólo él, donde y como colocarla. Que lo llame como desee. Pero no se trata de crear ninguna nueva institución gubernamental, ni nada que se le parezca. Se trata de pasar, directamente, una renta que actualmente administra el Estado, a cada ciudadano, para que cada ciudadano la administre personalmente. Y se reconoce que sólo lo podrá hacer para lo que la Constitución le permite. No para otra cosa. En tanto la Constitución en vigencia sea “la bicha” como la llama su legitimo padre. Se trata de empezar por el principio, y de entender que aunque es muy importante, es sólo el principio.  
















3erPolo

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