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El fantasma del soberano: No hay peor tiranía que la de la mayoría













Guillermo Rodríguez G.





3erPolo
















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El fantasma de los soberanos absolutos del siglo XIX, máxima expresión de la tiranía individual lograda por la civilización occidental, no se limita a "recorrer el mundo". Está muy activo ese fantasma, sus ideas, sus prácticas, sus justificaciones se actualizan y revalidan en un nuevo soberano, igual de caprichoso, igual de tiránico, igual de "ilustrado". En fin, igual de déspota. El poder detrás del trono fue el de quien lograba influir en la voluntad soberana del déspota. Como ahora el déspota soberano es "la mayoría democrática" el poder lo disfruta quien logra influir sobre ese nuevo tirano. Lo peligroso de esta forma de despotismo, es quien mantiene suficiente apoyó mayoritario, por suficiente tiempo, puede usarlo para destruir sistemáticamente la protección formal de los derechos individuales. Y quien logra completar eso, no se verá en la necesidad de entregar el poder pacíficamente, si no lo desea... por mucho, pero mucho tiempo. 

En los EE.UU. se dictó una Ley que faculta al gobierno federal para detener indefinidamente cualquier persona que, el mismo gobierno federal, califique de terrorista. Con esa ley se niega el derecho al juicio justo, la defensa, y confrontar al acusador. La ley se redactó y aprobó rapidísimo, casi podríamos decir que antes que se asentará el polvo de las derribadas torres gemelas. Y con ello, antes que los americanos pudieran entender racionalmente que sus libertades fundamentales habían sido eliminadas, que su constitución, su declaración de derechos, su declaración de independencia, ya no tenían significado. La ley sigue vigente, y se aplica. Pero lo que empieza como una reacción de asco e indignación, por la revelación pública de torturas físicas y mentales por soldados americanos contra prisioneros iraquíes, finalmente pone al gobierno federal ante el juicio público y racional de sus ciudadanos. Aún peligra la república, aún no se sabe que ocurre con los prisioneros de Guantánamo, o con los ciudadanos detenidos bajo la inconstitucional ley "patriota". Pero ha empezado la reacción, y vemos a un secretario de defensa acorralado, dando explicaciones y disculpas. Veremos más fotos, e incluso pudiéramos ver videos. Y espero que veremos al secretario de defensa de los EE.UU. renunciar, y a más de un culpable en prisión.  Quizás lleguemos a ver  como se deroga el adefesio legal fascista de una ley, mal llamada "patriota" en la que se niega todo aquello en lo que creyeron (y por lo que lucharon), y se afirma todo aquello que negaron (y contra lo que combatieron en la guerra de de independencia) los padres de la patria norteamericana.

En Francia, la ecologista radical y defensora de los derechos animales, Brigitte Bardot será sometida a juicio, y podría ser sentenciada a un año de cárcel, por las opiniones expresadas sobre la presencia islámica en Francia en su último libro. Si enn Francia las personas pueden ser encarceladas por lo que escriben y publican. No han cambiado mucho las cosas desde los tiempos del antiguo régimen. O acaso lo que cambió fueron las razones por las que el soberano se siente con derecho de encarcelar a alguien por sus opiniones. No se trata de cuales sean las opiniones, podría ser racista la Sra. Bardot. De hecho sus valores morales están obviamente desviados como los de cualquier filo eco terrorista. Pero la Sra. Tiene el mismo derecho de tener -y sostener- sus desviados y falsos valores, y a expresarlos libremente. No pueden existir delitos de opinión en una república liberal occidental. Eso debe quedar para las formas de gobierno basadas en los totalitarismos religiosos fundamentalistas, como los adoradores de la historia que gobiernan Cuba, o la república islámica de Irán. Pero ocurre en Francia, en la cuna de la declaración de los derechos del hombre y el ciudadano. Bueno, aún vive Robespierre en el espíritu de "esas" leyes, que siguen negando los derechos del hombre y el ciudadano, "en la falsa defensa" de esos mismos derechos. Quizás veamos una reacción, al menos por tratarse de Brigitte Bardot, quizás entiendan desde los filo-ecoterroristas amigos de la doña, hasta los liberales franceses, que los delitos de opinión son una monstruosidad inadmisible. El tribunal será indulgente, no es algo que el estado francés quiera ventilar mucho. Si se ventila mucho, se podría dejar de hablar de que la Sra. sea o no racista. Y se podría comenzar ver que multiculturalismo sería el derecho de los maridos islámicos fundamentalistas de moler a palos sus cuatro esposas, sin que la ley francesa considere eso delito para ellos. Delito sería para los maridos "no islamicos" franceses. También se podría notar que los legisladores no tienen la facultad legitima de decidir, que opiniones están bien y que opiniones están mal. Por lo que simplemente no debe dictarse leyes que dan al estado la facultad de encarcelar gente por expresar sus opiniones.

En Venezuela sufrimos por muchos años la apropiación de las instituciones "independientes" por parte de la alianza de dos partidos socialistas que montaron un espectáculo de alternabilidad democrática controlada. No existía justicia independiente, y los jueces del supremo tribunal se nombraban por el acuerdo de los cogollos del adequsimo blanquiverde. La revolución empezó más o menos igual, pero por el camino perdió el control, de tanto rehacer leyes e instituciones, de tanto pelear internamente, de tan nueva y desconocedora de los viejos esquemas de alianzas e intereses. Perdió por momentos el control, total y real, y disfrutamos de algo parecido al poder judicial medio independiente. La revolución tiene claro que eso es inadmisible, no puede haber independencia de poderes, ni instituciones, ni funcionarios, que no estén sometidos servilmente al pueblo soberano. Y ya las vallas nos dicen claramente quien es "el pueblo" y por ende "el soberano". El problema real es que a diferencia de los EE.UU. o -en mucho menor grado- la República Francesa, aquí no hay una conciencia republicana, ni una tradición política individualista capaz de frenar eso. Aquí la tradición política es el control aplastante del estado por quienes controlan el poder político, y el control aplastante de la sociedad por el estado. Una tradición política nefasta, de totalitarismo colectivista "moderado" y una firme creencia en la "legitimidad" de la tiranía sancionada por las mayorías. Una tradición política de izquierda que rompió con la tradición teórica liberal del siglo XIX, pero no con las prácticas autoritarias del mismo período. Una tradición repugnante que puso en concordancia la práctica autoritaria, con la filosofía política servil, y barnizó todo eso con falsa apariencia de una republica y el  falso respeto "formal" a los derechos individuales. Con menos población y más recursos, eso pudo tener mucha apariencia, no sólo democrática, sino incluso republicana. Tanta  que "en un descuido" un fiscal general realmente enjuició al presidente. Y no nos engañemos, el fiscal lo que hizó fue "formalizar" lo que los cogollos partidistas habián decidido antes. Ahora, como el que manda es uno sólo, no está la revolución para descuidos. No hay que engañarse, en Venezuela hay que construir un movimiento político liberal, que conecte al ciudadano de hoy, con la perdida tradición política individualista que si existió en nuestra historia, o no se derrotará jamás a la revolución. La revolución es la expresión de las envidias, los odios, los miedos, los mitos y las ignorancias "ilustradas", de nuestra sociedad. Sin  eso, una eventual derrota del actual líder de la revolución radical, no será más que un retroceso táctico, del que se recuperará en un futuro cercano "el proceso". Y es que el proceso no empezó en el fracasado golpe contra Pérez, sino en el exitoso golpe contra Medina. Es más que suficiente leer lo que escribían los adecos del ´45, para entender que a fuerza de desdibujarse en el poder, fueron finalmente sustituidos por otros iguales a lo que ellos eran originalmente. Para derrotar a Chávez, hay que derrotar conceptual, moral y políticamente a toda nuestra izquierda servil, a la que está dentro, y a la que se quedó fuera del poder, en esta fase de la revolución. Y eso es sólo el principio.
















3erPolo

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