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Estatismo de ayer, pobreza de hoy: Estatismo de hoy, desmadre de mañana













Guillermo Rodríguez G.





3erPolo
















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El estado venezolano (cuyo déficit y endeudamiento creciente lo coloca al borde de un colapso financiero) es propietario de una industria petrolera de la que recibe menos del 23% de la factura. Ese 23% incluye no sólo los impuestos y los dividendos (cuando decide declararlos) sino lo que la industria paga por el petróleo (en boca de pozo) ya que el subsuelo, y el petróleo con el, también es propiedad del estado. Cuando la industria no era propiedad del estado, este obtenía más del 50% de la factura por la suma del impuesto sobre la renta, y el llamado impuesto patrimonial, que es lo que cobra el dueño del petróleo al que lo explota. Pero adicionalmente, esas petroleras pagaban dividendos para sus accionistas, crecían y ganaban dinero. La cosa ha cambiando en Venezuela, pero no en el resto del mundo. BP, Shell o Exxon Mobil, pagan más de 50% en impuestos, y aún así pagan dividendos para sus accionistas. Pero además (y es un enorme además) en esos impuestos no está lo que pagan por el petróleo (en boca de pozo) que puede ser otro 25% de la factura.

 

DE LA INEFICIENCIA PETROLERA AL COLAPSO FINANCIERO

 

El estado venezolano podría aspirar (como dueño del recursos y del 100% de las acciones de la industria) embolsillarse el 75% de la factura, y que su industria fuera tan competitiva y eficiente como Exxon o BP. Lo cierto es que no lo ha sido, no lo es y no lo será. Quienes administran el Estado son (para bien y para mal) similares al gerente, o directivo, de empresa. Son mandatarios, no propietarios. Administran lo ajeno, y corresponde al dueño supervisar tal administración. El dueño de empresa al que sus gerentes desbancan un año, cometió un error. El que es desbancado, año tras año (y cada año en más) es simplemente incapaz de supervisar. El problema cuando algo es del estado, es que no hay realmente un dueño, sino unos administradores temporales que no responden ante dueño alguno. Con mandatarios supervisando mandatarios, competidores que si tienen dueño e influencia  política (aquí y afuera) y mil millonadas de dinero pasando por una empresa gubernamental que aún mal administrada deja dinero: Nunca se logrará una industria petrolera realmente eficiente.

Y un gran problema es que sin una industria petrolera realmente eficiente, no hay forma de enderezar los entuertos que en el resto de la economía han armado los mismos que los armaron en la estatal petrolera. Los que fungen de accionistas.

El gobierno venezolano tiene hoy una deuda con la banca local equivalente a más del 50% de los depósitos del público. Podríamos decir que si el estado estornuda la banca se resfría, pero es poco. La verdad es que si el gobierno estornuda los depósitos del público desaparecen. Ni más ni menos. Ya se vio en Argentina un gobierno que, no contento con devaluar en más de 100% y desconocer deudas a diestra y siniestra, congelo los depósitos del público en la banca.

 

LA HERENCIA SOCIALISTA

 

Hay serios problemas en la economía venezolana que se han venido acumulando desde que el país fue gobernado, por y para, la izquierda. El marxismo delatorrismo adecopeyano destruyó en 40 años un país que crecía al 10% interanual, y que se estaba transformando rápidamente en una nación desarrollada. En 40 años trasformaron eso en el desastre de pobreza, desorden, delincuencia y corrupción sobre el que otro marxista (no ortodoxo) cabalgo al poder. Chávez ofreció más socialismo para solucionar los problemas que causó el socialismo. Y cumplió, por eso en apenas cinco años ha destruido tanto de la economía como sus antecesores habrían destruido en 20. También ofreció socialismo sin corrupción. Pero eso es imposible. Es imposible que quienes administran ingentes y valiosos recursos sin dueño (y sin supervisión real) no terminen por ponerse de acuerdo (unos con otros) con más o menos habilidad, para aprovecharse de tales recursos en detrimento del interés de un dueño, que realmente no existe.

PDVSA tiene hoy todos los vicios, deficiencias y problemas que tenía antes que la revolución tomara pleno control de tal industria. Y los tiene en mayor grado que antes. Quienes acusaban de tecnócratas, carentes de ética, que actuaban hábilmente para su provecho en perjuicio del accionista anteriores administraciones. Hoy admiten (con pesar y desilusión) que ahora hay corruptocratas carentes de técnica que actúan torpemente en su provecho para, aún mayor, perjuicio del accionista. Pero, el accionista es el estado. Yen la práctica, el estado es el gobierno. Y en la práctica, los gobernantes también son mandatarios temporales. No dueños de los recursos sujeto de tan malos manejos.

Si tenemos un estado que gasta dinero en pagar obituarios y financiar las bellas artes, mientras no alcanza el dinero para mayor número de tribunales, cárceles y recursos policiales. Tenemos un estado quebrado, delincuencia en las calles, retardo procesal en los tribunales, hacinamiento en las cárceles y un desperdicio insensato e inmoral de recursos escaso (de los que se aprovechan unos cuantos vivos) mientras la gente decente y trabajadora se empobrece y se enfrenta al espectro de la hiperinflación, por el colapso de unas finanzas públicas que pagarán quienes no se beneficiaron del saqueo causal.

 

LA OPORTUNIDAD DESPERDICIADA

 

La misma torpeza, la misma corrupción y el mismo estatismo, son el inevitable resultado del socialismo que nos ha gobernado, y del que nos gobierna. Y también es inevitable resultado de tal forma de pensar, y de gobernar, que las industrias en manos del Estado sean, año tras año, más ineficientes, y que su propietario gaste, año tras año, más mientras menos tiene para gastar. Salir de la receta del fracaso y el empobrecimiento empieza por entender que no hay socialismo sin corrupción. Como no hay perros que cuiden longanizas, ni lobos que sirvan de ovejeros. Tenemos que distribuir, no menos del 50% de las acciones de la petrolera estatal, gratuitamente para cada ciudadano. La administrarán mil veces mejor que el estado. Y vender el otro 50% para pagar la deuda pública que coloca las finanzas del estado al borde del colapso. Y paradójicamente tenemos que hacerlo en interés del mismo estado, cuyos ingresos fiscales petroleros sólo se podrán duplicar bajo tales condiciones. Tenemos que hacer lo mismo con todos los activos mercantiles del Estado. Porque sin un aumento de los ingresos, no habrá forma alguna de ajustar las finanzas públicas, sin que lo pague una población empobrecida por los desatinos de 45 años de estatismo izquierdista en el poder. La PDVSA estatal (ahora revolucionaria) que se sienta sobre la mayor reserva de bitumenes utilizables del mundo, esta desechando su extraordinariamente rentable, (con una posición de mercado ganada y una demanda creciente, expandible con poco capital, dependiente de tecnología propia, y significativamente estable en precios ante la inestabilidad del precio del crudo, no relacionada con las cuotas OPEP, menos contaminante que la competencia, e independiente de futuros cambios en el mercado de los combustibles para trasporte) combustible sintético producido con bitumen, denominado Orimulsión. Por una escasamente rentable (tecnológicamente dependiente, costosísima en inversión de capital, sujeta a la inestabilidad del mercado del crudo, dependiente de patrones de refinación inexistentes hoy, sometida por las cuotas OPEP, y orientada al potencialmente decreciente mercado de combustibles para el trasporte) línea de producción de crudos sintéticos. Es obvio que es un mal negocio para el accionista, pero no siendo entupidos los mandatarios que de tal fungen. Pareciera obvio que ha de ser un buen negocio para alguien. Una PDVSA privada, con capital accionario mayoritariamente nacional, ( y también captadora de la inversión y el ahorro foráneo) con unos administradores sometidos al control de verdaderos dueños, ya habría conquistado una mucho mayor cuota de mercado para su Orimulsión. Posiblemente ya estaría explotando no sólo el bitumen de la faja venezolana, sino el canadiense (segunda mayor reserva de bitumen conocida) para aprovechar al máximo su ventaja tecnológica presente, transformándola rápidamente en posición de mercado. Eso sería una petrolera venezolana en plena internacionalización. No lo que tenemos. Pero para ver eso tenemos que acabar con las cucarachas mentales del izquierdismo de ayer y de hoy. Y eso es sólo el principio.
















3erPolo

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