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Para derrotar al estatismo: Un paso a la vez, como sea y con quien sea













Guillermo Rodríguez G.





3erPolo
















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Hace meses, como vocero del movimiento liberal libertario Resistencia Civil, afirmé ante los medios que las finanzas públicas se acercaban peligrosamente al tipo de escenario que conduce al colapso hiperinflacionario. Hace meses los resistentes insistíamos, dentro y fuera de la Coordinadora Democrática, en la necesidad de atacar semejante amenaza. Hace meses advertimos que con un servicio de la deuda que consume 40% de los ingresos reales de un presupuesto en el que alrededor del 50% de los ingresos totales previstos serán nuevas deudas. Y en el que el grueso de los proyectos más costosos del Ejecutivo Nacional ni siquiera se incluyen en el presupuesto. El colapso de las finanzas públicas puede sorprendernos más pronto, o más tarde, pero nos sorprenderá si no se corrige el rumbo. Hace aún más meses alertamos que se estaba llegando al limite de la capacidad de la banca local para seguir concentrando la mayoría de sus prestamos en un único deudor. El gobierno. Advertimos entonces que el siguiente paso sería un crecimiento rapidísimo y desordenado de la deuda externa. Y fue previo al que en Finanzas anunciaran que tomarían un crédito externo para pagar los intereses de otro. Señalamos que lo último sería el imprimir aceleradamente dinero sin valor, desarticulando el ya financieramente debilitado y escasamente independiente Banco Central. Pedíamos compromisos políticos en torno a medidas que permitieran poner en orden las aceleradamente desarticuladas finanzas públicas. Pero no un "ajuste ortodoxo" que es poner a la población a pagar los desatinos de sus gobernantes. Sino un ajuste liberal, que es liquidar activos del estado para ahorrarle a la población el costo de esos desatinos.

 

LA SORDERA VOLUNTARIA

 

¿Por qué no nos escucharon entonces? Por lo mismo que no nos escuchan ahora. Porque estamos pidiendo a quienes aspiran  administrar mañana el estado venezolano que reduzcan su tamaño y competencias. Lo que oyen es que tendrían menos poder y ante eso, se tapan los oídos. Prefieren decir no se puede plantear ajuste alguno. Responden que hay que incrementar el gasto público, hacer planes de empleo, de construcción, de financiamiento industrial y agrícola. Y subsidiar desde otra ruta de la empanada hasta las bellas artes, sin olvidarse de repartir créditos para una producción mercantil o cultural que el público sólo compra si no hay otra... y en algunos casos ni así. Es un triste intento de demagogos mediocres por enfrentar un demagogo brillante. Y demagogia contra demagogia, tiene ventaja el que está ya en Miraflores. Pero no se le pueden pedir peras al olmo, ni cerebro para prever los inevitables resultados de sus desatinos a la izquierda. Ni a la que gobierna hoy, y fue marginada ayer. Ni a la que está marginada hoy y gobernó ayer. Y menos aún a la que pretende gobernar a los gobernantes electos, sin haber sacado ni un solo un voto. 

De pronto escucho a uno que otro economista plantear seriamente las mismas amenazas, ahora, cuando el cuento del "millardito" condujo otra falsa discusión politiquera y desinformada de chavistas y anti chavistas alineándose sin saber porque. Los mismos que en medio de la descomunal crisis bancaria aplaudían que se volatilizaran varios miles de millones de dólares de las reservas del BCV. No tanto para pagar las obligaciones de FOGADE con los depositantes, como para otorgar unos auxilios financieros que tardaron más en aparecer que en desaparecer. Y que en todos estos años no se han acordado de preguntar por los activos "rescatados" por FOGADE. Que a plena vista de todos terminaron siendo usados por el estado, sin que nadie se acordara de la deuda con el Central. De pronto se aterran y desgañitan por unas reservas que dejaron de respaldar (incluso devaluadamente) la emisión de bolívares el día que entró en vigencia el control de cambios. Pero del otro lado se desgañitan por la producción y los problemas del agro, los mismos que en cinco años de gobierno no han sido capaces de controlar el malandraje de  guerrillas (importadas y locales) y afines, que prácticamente gobierna crecientes territorios del campo venezolano. Los mismos que no se han ocupado de la vialidad, de la salubridad, de la policía y de la justicia en el campo, como no se han ocupado en las ciudades. Ahora despiertan expectativas y ponen a los esperanzados a levantar machetes en alto frente al Banco Central. Y la misma directiva del Central, que respondió primero: sí, como no, pero al estilo de antes. Dentro de la legislación vigente. Es decir: Sí, pero que no se note. Ahora se piden un amparo ante el Tribunal Supremo.

 

LO QUE VENDRÁ

 

Poco nos molestaría que bajaran las reservas si los recursos se emplearan en vialidad, en seguridad y en justicia, tanto en el campo como en las ciudades. Lo que nos preocupa es que no será en eso que se empleen, y que a más y más gasto, y a más y más deuda, le sigue, más pronto que tarde el colapso, la insolvencia, la hiperinflación... y por la genial inspiración de los azotes del pueblo que más experiencia tiene en tales desgracias, en este continente. El corralito.

Seguiremos predicando en el desierto. Pero con la misma racionalidad que advertimos las amenazas que se nos enciman. Y los correctivos que habrían de evitarlas. Los resistentes seguiremos haciendo política en serio. No hemos sido y no seremos como los liberales de salón, que no se cansan de predicar en el desierto (con aire acondicionado), pero que se angustian cuando alguien ajeno al grupúsculo, realmente los escucha. Para nosotros cada paso dado por la seguridad y por la justicia. Por una moneda sin inflación ni devaluación y por unas finanzas públicas equilibradas. Por los impuestos bajos y neutros. Por la privatización popular de PDVSA, y de todos los activos mercantiles del Estado. Empieza en las urbanizaciones, barrios y pueblos. En parroquias y municipios. Y empieza trabajando por las soluciones de problemas reales que unos dirigentes políticos (y afines) con aspiraciones de manirrotismo  grandilocuente, incapaz y corrupto. No han sido, no son, y no serán capaces de dar, por sí mismos, en lo más mínimo. No pedimos que se nos confié la administración de la República para el absurdo de "construir el hombre nuevo en la tierra nueva". Menos para la hipocresía de pontificar el sacrificio por los demás, mientras crecen los groseros privilegios de los nuevos pontífices. Entendemos que el estado no ha cumplido adecuadamente sus simples obligaciones de conserje y vigilante, que resuelve necesidades que le conciernen.  Por andarse ocupando de tan "altas y sublimes" necedades, que adicionalmente, no le conciernen. Por eso aspiramos a ser los conserjes que si limpian y los vigilantes que si vigilan. Que eso, a la escala de la República, ya nos parece suficientemente grande e importante. Y aspiramos poner las cosas en su sitio. Que la gente se ocupe de lo que le concierne a la gente, trabajar, invertir y prosperar. Y los políticos (palabra que define a todos los que actuamos en política, incluyendo los que gustan de autodenominarse "sociedad civil", sin que nadie los eligiera para ello) nos ocupemos de lo que nos concierne. Proveer a la población de Leyes justas y simples, con  un aparato estatal que garantice, seguridad, justicia, salubridad, vialidad. Y alguna que otra cosa más en muy pequeña escala. Financiando tales esfuerzos con impuestos bajos y generales. Ni más, ni menos.

Somos firmes partidarios de saltar del fuego al sartén, pero no para quedarnos ahí, sino para seguirnos alejando del calor. Nos ocuparemos de predicar en el desierto (que a la larga sí da fruto) y a la corta, de todos los referéndum, de las elecciones regionales y hasta de las elecciones de jueces de paz. Cuando y como se pueda. Porque esa es la realidad que nos tocó. Sabemos que se pueden ganar o perder, todas y cada una, por lo que se puede retroceder y avanzar de acuerdo a lo que venga. Y entendemos que hay que tratar de ganar todas, y cada una. Pero sobre todo sabemos que mientras exista el escenario electoral tenemos esperanzas de lograr los cambios al menor costo humano. Tenemos los liberales que ir avanzando, como sea posible. De nada sirve el inútil pataleo infantil contra la realidad. El que puede cambiar las reglas del juego en medio del partido es el que tiene el poder, no el que se tira al piso a patalear para que las reglas sean las que le convendrían. Estamos en medio de la gestación del peor desastre económico que ha sufrido esta República desde la guerra de independencia. Y no vamos a dejar de pelear en medio del pantano para minimizar, lo que se pueda, de lo que luce mayormente inevitable. Así, podemos los liberales parafrasear al gran estadista británico (conservador sin duda, pero muy cercano al pensamiento liberal) al que le toco en suerte enfrentar y derrotar la inmediata y absoluta amenaza del totalitarismo Nazi. Nos aliaremos con el Diablo, si eso es necesario para salvar a Venezuela de las garras del estatismo. Y eso es sólo el principio.
















3erPolo

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