www.guillermordriguez.net Sí votó por malandros, escogió: Un gobierno de ladrones, elegido por cabrones y apoyado por matones
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Si has estado votando por políticos que han prometido darte cosas a costa de otros, no tienes
derecho a quejarte cuando te quiten tu dinero y se lo den a otros, incluidos ellos mismos. Thomas Sowell En la primera mitad del siglo pasado
Venezuela estuvo la mayor parte del tiempo bajo gobiernos autoritarios que hacían imposible el pleno ejercicio de los derechos
ciudadanos. Tales gobiernos, si embargo, no tenían más interés en los negocios particulares de las personas que el que se
deriva del cobro de unos impuestos más bien bajos, simples y neutros. O de alguna arbitrariedad ocasional de quien se aprovechó
del poder estatal en sus negocios personales, cosa que debemos admitir que fue significativamente limitada por el interés
del dictador en no soliviantar los ánimos de un pueblo que se ocupaba mayoritariamente de sus propios asuntos y comenzaba
a prosperar. De hecho, la economía venezolana creció en promedios interanuales del orden del 10% desde la década de
los ´30 al principio de los ´60. EL
QUE REPARTE, SE AGARRA LA MEJOR PARTE En la segunda mitad del pasado siglo,
Venezuela estuvo bajo gobiernos democráticos que prometieron a las mayorías redistribuir la riqueza, nacionalizar las industrias
básicas, planificar centralmente la economía y garantizar a los ciudadanos sistemas gratuitos y universales de educación,
salud, cultura, deporte y recreación a todos los niveles. Así, los venezolanos que recuperaban sus derechos civiles y políticos
(excepto por las ocasionales arbitrariedades de quienes no recetaron los derechos legales de cualquier enemigo al que declarasen
violento) pero sancionaron mayoritariamente la destrucción legalizada de su derecho de propiedad. Se hicieron leyes contra
la propiedad, cada vez más estrictas y se sometió la propiedad al arbitrio de los funcionarios. Unos se favorecieron de tales
leyes, a través de su personal cercanía al poder redistribuidor, otros recibieron las migajas para mantener el apoyo electoral
y otros pagaron la cuenta por la fuerza. El crecimiento económico se hizo
cada vez más lento, pero la redistribución de una ingente renta petrolera disimilaba el hecho con la creación de una clase
media completamente dependiente del aparato estatal. En los ´70 se estatizó una industria petrolera que pagaba impuestos del
orden del 50% de su factura, al tiempo que se contraían ingentes deudas para montar otras serie de industrias estatales de
las que viviría esa nueva clase media. TODO
SE DERRUMBÓ El aporte fiscal de la petrolera
estatizada fue cayendo hasta niveles del 27%, mientras el resto de las industrias estatales jamás llegaron a dar ganancia
alguna, muy por el contrario acumularon descomunales perdidas y crecientes deudas. Así, un Estado endeudado, con ingresos
dramáticamente reducidos y comprometido a mantener un costoso sistema universal de salud, educación, cultura y deporte, mientras
fabricaba desde tornillos hasta viviendas y regentaba desde hoteles hasta museos todo a perdida. Se encontró con que buena
parte de la población se estaba quedando por fuera de los beneficios, pese a que pagaba los costos, que cada vez eran más
los que recibían menos, y menos los que recibían más. Que las empresas privadas favorecidas por créditos y protecciones arancelarias
producían mercancía de pésima calidad a costos crecientes y que en resumen, no alcanzaba el ingreso fiscal para pagar el presupuesto
ordinario, las deudas y el resto de las obligaciones. El estado del bienestar venezolano quebró hacia finales de los
´70 y desde entonces la economía se contraé. Y
ENTONCES... DEVALUARON También descubrieron quienes manejaban
el presupuesto público que el grueso de sus obligaciones inmediatas (y la totalidad de las que se relacionaban con la infinidad
de intereses rentistas que sumados garantizaban las mayorías electorales) debían pagarlas en bolívares, pero que su porcentualmente
encogido ingreso fiscal petrolero les ingresaba en dólares americanos. La solución fue devaluar para tener más bolívares con
los mismos dólares, y más bolívares con una producción de bienes y servicios que ahora decrecía año tras año, significaba
una inflación que mis colegas pretensiosos llaman "estructural". Lo único estructural en esto es
que mientras la población ponga su esperanza la promesa política de recibir algo que otros paguen,
tendremos gobiernos de ladrones, elegidos por cabrones con apoyo de matones, es decir: gobiernos socialdemócratas.
Pero si el empobrecimiento que no se ha detenido en más de dos décadas sigue empujando a la población hacia un estado
desesperación, en lugar de remar hacia atrás y recuperar las ventajas de un gobierno democrático decente y mayormente limitado
hacia sus funciones naturales, con leyes mayormente justas (como el que brevemente disfrutó Venezuela desde el fin de
la transición Lopezcista hasta el criminal golpe de los traidores y oportunistas de 1945) lo que
nos amenaza es el gobierno de los matones, con apoyo de los ladrones y a costillas de los cabrones. Para detener esa amenaza y recuperar
la prosperidad hay que hacer política en el marco de las reglas existentes (que entre otros cosas ordenan que los candidatos
a legisladores no los postulen las ONG´s) y llegar a construir una mayoría liberal libertaria que
destruya las leyes y regulaciones estatistas entrabadoras, entregue por vía accionaria los activos mercantiles del estado
a la población y ponga orden el las finazas públicas... y eso apenas para empezar. |
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