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Los malandros revolucionarios: Otra oligarquía estatista y su revolución













Guillermo Rodríguez G.





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En Venezuela vivimos otra revolución... la anterior, la de los adecos y los adecos ensotanados no alcanzó sus últimas consecuencias por lo que su oligarquía está siendo desplazada por otra nueva.

Ninguna revolución a servido para otra cosa que cambiar a un grupo de oligarcas, que usaban el estado para legalizar su robo sistemático al resto de los miembros de la sociedad, por otro grupo de oligarcas que haga exactamente lo mismo... con otras justificaciones y normalmente robando mucho más que antes.

Es por eso que todas las revoluciones han empobrecido a la población, incrementado el abusivo poder de los gobiernos, limitado y destruido los derechos individuales y colocado en el poder a un grupo vagos y malandros que viven la explotación de la gente decente y trabajadora.

 

EL MALANDRO REVOLUCIONARIO

 

Todo revolucionario es un malandro teórico... pero pocos tienen el valor para hacer la revolución sin la protección de la fuerza del estado a su favor. Unos hacen la revolución, día a día, atracando y robando sin mayores discursos, mientras otros se dedican a desarrollar un conjunto de acciones que les permitan controlar el aparato estatal, para poder hacer lo mismo sin riesgo alguno de castigo.

El malandro revolucionario tiene muy claro que es difícil esclavizar a la población completamente, por ello le es preferible apoyarse en una parte de la población para expoliar a otra, con la promesa de repartir lo robado... que la promesa no se cumpla es sólo un detalle menor, lo importante es la legalización del robo a favor del estado con el apoyo mayoritario. Logrado eso, el estatismo fácilmente empobrecerá a la sociedad en conjunto, con lo que las mayorías se empobrecerán más y se culpará de ello al próximo grupo a expoliar o controlar. Por ese camino, el que la revolución llegue a sus últimas consecuencias es sólo una cuestión de tiempo.

 

EL CAMINO DE LA REVOLUCIÓN

 

Al final la oligarquía revolucionaria  aspira a esclavizar a la totalidad de la población... todas las teorías colectivista, desde los Incas al Marxismo, han explicado claramente que la felicidad y el progreso todos son incompatibles con la libertad y la propiedad individual. El que siempre empobrezcan más a toda la sociedad cuando gobiernan no les ha restado apoyo ni entre los intelectuales, ni entre entre las masas. Unos porque aspiran a ser ellos la esclarecida oligarquía gobernante cuando triunfe la revolución y otros porque se conforman con ver a su vecino más exitoso sometido por la fuerza a la igualdad con los fracasados... la envidia es la fuerza que ha movido a las fuerzas políticas serviles, tanto a los serviles democráticos que preparan el camino, como a los revolucionarios a que lo concluyen.

 

LAS ÚLTIMAS CONSECUENCIAS

 

La capacidad de la gente para decidir no producir aquello que el estado desea robarle es un serio limite a las aspiraciones de los revolucionarios serviles. Mientras la revolución avance por medios democráticos, hay un riesgo de que retroceda por los mismos medios y no se puede alcanzar el objetivo final de someter la voluntad de todos y cada uno de los habitantes a la voluntad del gobernante en todo. Para ello se requiere que todos los medios de producción pertenezcan al estado, con lo que este podrá fácilmente quedarse con la inmensa mayoría del producto del esfuerzo de todos y cada uno y aún obligar a la mayoría a esforzarse al máximo con mínimos incentivos.

Si bien la imposibilidad del calculo económico hace que tales sistemas finalmente colapsen, la oligarquía revolucionaria ha terminado siendo más claramente priveligiada y poderosa en medio de esas ruinas.

Solo la sociedad civil en resistencia permanente a toda forma abuso del poder del estado puede evitar la revolución, pero para ello hay que empezar por entender, como le hemos hecho en RESISTENCIA CIVIL, que los revolucionarios no están amados de las mejores intenciones y que la envidia en la que se apoyan es la quinta columna que todos tenemos dentro. Los serviles tienen las peores intenciones... robar primero a los que algo tienen apoyados en nuestra envidia y miseria moral, para luego esclavizarnos y explotarnos en nombre de "nuestro" propio bien.
















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