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Sí la gente decente está tras las rejas y los malandros en la calle: ¿Para que tenemos gobierno?













Guillermo Rodríguez G.





3erPolo
















Veo un negocio en el que despachan a través de las rejas, volteo la mirada hacia las ventanas de apartamentos y casas para ver más y más rejas. Varias puertas enrejadas, altos muros erizados de cercas electrificadas, garitas de vigilancia cámaras de video que describirían perfectamente a cualquier cárcel, describen igual de bien, a cualquier edificio residencial en cualquier parte de nuestras ciudades.

La mayoría de la población vive, más o menos encerrada, más o menos atemorizada, y más o menos indefensa, ante un malandraje desatado que produce más muertos a la semana que una autentica guerra civil.

La ironía es clara, la gente decente y trabajadora esta tras las rejas. Los están malandros sueltos, y dueños de gran parte del territorio. Lo que es absolutamente injusto e inaceptable... pero es.

 

LOS RECURSOS DE LA JUSTICIA

 

En los últimos 45 años recuerdo que se construyó una cárcel y se implotó otra... no recuerdo más. Lo cierto es que nuestras cárceles están sobre pobladas porque no hay suficientes, no se han construido nuevas cárceles en la medida del crecimiento de la población... menos aún en la del crecimiento de la criminalidad. En lugar de cárceles tenemos antros inhumanos e inútiles en los que el inocente es castigado y el peor criminal es el dueño de la situación.

Nuestros tribunales tienen un problema similar, los miles de casos acumulados en el obviamente insuficiente numero de tribunales penales, es claro signo de que no habrá forma alguna de tener un sistema de justicia decente sin aumentar dramáticamente él numero de jueces y tribunales.

Con los policías el problema es menor numéricamente, es posible que tengamos suficientes policías en proporción a la población pero de no ser así no estamos lejos de un número idóneo- pero si las otras dos patas del trípode están tan recortadas, la de las policías no puede sostener la seguridad por sí sola. Sin descartar que si no hay tribunales y cárceles suficientes, eficientes y justos, es casi imposible mantener cuerpos policiales razonablemente libres del cáncer de la corrupción.

El que los maladros estén en la calle y la gente decente tras las rejas, es ante todo un asunto de números... lo que viene a ser un asunto de dinero.

 

EL COSTO DE LA JUSTICIA

 

Los venezolanos comunes y corrientes pagamos más impuestos que los suecos. La cosa es que a nosotros nos los cobran a escondidas. En primer lugar tenemos un amplio conjunto de impuestos indirectos -profundamente regresivos- que van del IDB al IVA. Luego tenemos la inflación, la devaluación y la apropiación por parte del Estado de un amplísimo conjunto de activos que van del subsuelo a la industria petrolera. Terminamos con los costos de la incompleta e ineficiente substitución privada de servicios públicos incapaces o inexistentes: seguridad privada, arbitraje privado, vialidad privada, etc. Y rematamos con los nunca reembolsados daños sistemáticos a los bienes privados producto de la incapacidad de nuestros gobiernos para mantener la vialidad, por ejemplo.

Así que no es porque no los paguemos que no tenemos cárceles, jueces y policías para controlar al desenfrenado malandraje. El problema es otro.

 

LOS RECURSOS Y LAS NECESIDADES

 

El problema es que quienes tomas las decisiones de cómo se usaran los recursos del estado son otros malandros a los que irresponsablemente hemos llevado al poder. El que votó por políticos que le prometieron darle algo que le quitarían a otro, puede quejarse cuando lo que le quitan a el, se lo quedan ellos mismos. Y al final es lo que hacen, de una forma o de otra.

Hay demasiados vagos y malandros viviendo del Estado. Se están gastando el dinero de las cárceles, los tribunales y las policías que desesperadamente necesitamos en una serie de lujos que pueden gustarnos, pero que no necesitamos con desesperación.

Un Estado que no tiene suficientes recursos para sacar a los malandros de la calle, no puede darse el lujo de gastar esos escasos recursos en subsidiar desde la educación superior hasta las bellas artes, pasando por el deporte y diversidad de actividades recreativas. Cada sueldo pagado a un burócrata en un área que no es indispensable, cada subsidio público dado a una actividad noble y loable pero no indispensable y cada obituario pagando con cargo a un presupuesto público, esta manchado con la sangre de las victimas inocentes del hampa desatada.

 

LA SOLUCIÓN

 

Alrededor de un 20% de la población esta compuesto por esos vagos y malandros, administradores directos e indirectos del Estado, que viven muy bien a costa del creciente empobrecimiento del 80% de la población trabajadora.

El liberalismo propone quitarle los privilegios a esos vagos y malandros, poner al estado a trabajar casi exclusivamente en la seguridad y la justicia, hacer sólo leyes que a todos traten igual, y asegurar que el valor de la moneda sea lo más estable posible. El liberalismo es el partido de la gente decente y trabajadora contra la explotación y el engaño de los vagos y malandros que quieren vivir de unos gobiernos que todo lo prometen, en todo se entrometen... y con cargo al bolsillo ajeno se enriquecen.
















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