www.guillermordriguez.net Le roi est mort, vive le mythe: El terrible legado del fallecido caudillo socialista venezolano |
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Fallecido a relativamente temprana edad quién fuera el primer caudillo socialista del siglo XXI, las circunstancias son
adecuadas para transformarlo en un icono mítico de la izquierda global, al menos a corto plazo. Ampliamente dotado de las
habilidades y destrezas de un caudillo mesiánico en un mundo mediático, en el petro-estado que gobernó por 14 años, y habiendo
fallecido con el precio del petróleo a más de 100 dólares por barril, obviamente deja suficientes fervorosos partidarios como
para garantizar a corto plazo la elección de su designado delfín. Después de eso, queda a la cabeza un leal espaldero sin
condiciones de caudillo que resulta ser el heredero inesperadamente temprano de un partido y un Estado que se construyeron
para girar en torno a un caudillo indiscutido, con lo que resulta casi una certeza que el próximo gobierno chavista será,
en algunos sentidos, aún peor que los muy ya malos que le precedieron. Todo lo demás es simplemente incertidumbre. Pero el tema es el legado del fallecido caudillo socialista venezolano, y ese legado es: Que fuera tan popular quien dejó tal legado, a final de cuentas no es nada raro en una sociedad culturalmente primitiva en la que prevalece idealizada la moral del primate pre-humano y se desprecia profundamente todo lo que medio se asemeje a la moral de la civilización. Porque en naturaleza y esencia no es en nada diferente un Ministro de la Defensa declarando que la función y misión de la fuerza armada nacional es lograr que el candidato del partido de gobierno gane la elección para cumplir la voluntad de un fallecido caudillo, de unos jueces de la máxima corte ascendiendo suplentes a principales, o del resto de las autoridades que a todo nivel usan la constitución como papel sanitario, del vecino igualmente salvaje que en mi propio edificio decide, porque se la da la gana y de hecho, que un estacionamiento designado por el documento de condominio como de uso exclusivo de visitantes temporales le puede servir para estacionar permanentemente remolques, y vehículos en venta, tampoco diferente de aquellos que hacen una fiesta a todo volumen hasta altas horas de la madrugada una semana sí, y otra también; todo ello en una de las urbanizaciones más costosos por metro cuadrado de la capital de esta bananera república que nos dejó en herencia fallida ese difunto caudillo, que fue el espejo magnificado de la sociedad que consecuentemente lo encumbró. Nada de extrañar en un país en que la casi totalidad de la población comparte la religiosa fe en esa miseria moral primitiva que solemos denominar socialismo, porque la triste tragedia cultural y moral de Venezuela es que la mitad y un poco más suelen ser socialistas partidarios del difunto caudillo, mientras la mitad y poco menos son, a su vez, no menos socialistas, pero opuestos al difunto iluminado. Que el poco más o menos de una mitad se transfiera eventualmente de uno a otro bando pudiera ser una pequeña mejora, lo que nunca es despreciable, pero no un cambio de fondo, porque el fondo del ignorante salvajismo moral es casi unánime; y en tanto aquéllo sea así no habrá República, pues ese supremo orden político civilizado no puede existir en ausencia de civilización. Y en ausencia de civilización, en la fallida imitación de nación que nos rodea, observamos desde el mismo llanto sincero de los pobres y fervorosos partidarios con que se lloró en su momento a José Stalin, o más recientemente a Kim Il Sum, pasando por la ostentosa admiración, mercenaria o espontanea, pero casi unánime de los hipócritas proto-salvajes del mundo desarrollado por un difunto caudillo que a diferencia de los anteriores, encontró la vía electoral del socialismo revolucionario, hasta el dudoso espectáculo del que entre los factores de poder a considerar por muchos años futuros en Venezuela esté que quienes controlan las armas estén tan presuntamente privilegiados y enriquecidos que en ciertos casos incluso algunos fueran señalados como presuntos jefes de mafias del tráfico ilegal de drogas, oro, diamantes y demás; nada de extrañar. Así como que con control de cambio y licencias de importación, en una economía que exporta petróleo e importa casi todo lo demás, a nadie la ha de extrañar que de acuerdo a Transparencia Internacional, resulte ser precisamente Venezuela la nación más corrupta de América Latina. Ni que tras ver la prevaleciente "cultura" de la anti-civilización socialista ampliamente mayoritaria entre chavistas y antichavistas, no sea para extrañarse que resulte ser Venezuela uno de los países más violentos del mundo, con una proporción de 73 homicidios por cada 100.000 habitantes. Esa es la fatalidad y el éxito del socialismo del siglo XXI y su primer difunto caudillo, que como cualquier otra versión de la misma envidiosa idea primitiva es capaz de producir únicamente destrucción material y moral, y cuyo "éxito" en tales inevitables resultados finales se mide por el grado en que la segunda sea más profunda, ampliamente difundida y duradera que la primera. |
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