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Del socialismo "a realazos" al socialismo "a crédito"














Guillermo Rodríguez G.





TIERRA, PETROLEO Y SEGURIDAD SOCIAL

3erPolo
















 
Es de ver cómo inculpan los hombres sin tregua a los dioses achacándonos todos sus males.
Y son ellos mismos los que traen por su propia locura su exceso de penas 
Homero

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Los anuncios económicos del jefe del Estado y el partido socialista en el poder en Venezuela sorprendieron y confundieron a quienes se empeñan en no entender las características de eso que se ha dado en llamar “el socialismo del siglo XXI” y como se intenta llevarlo adelante en las particulares circunstancias de Venezuela. En resumen: con petróleo caro fue socialismo al contado; con petróleo barato será socialismo a crédito. Fácil de resumir, pero entender lo que realmente requiere conocer previamente la ideología de la variante del socialismo actualmente en el poder en Venezuela. Lo primero a recalcar es que la corriente prevaleciente en el marxismo desde comienzos de este siglo es esencialmente diferente a la que dominó esa religión política durante la mayor parte del siglo pasado, no es mejor en nada, es peor en varios sentidos, se desarrolló como alternativa teórica desde mediados del siglo pasado, y que pese a ser neo-maltusiana y conectar con algunas corrientes socialistas pre-marxistas, es mucho más “ortodoxa” de lo que parece.

Aclarado eso, decir que el gobierno venezolano intenta poner en práctica el comunismo, o si se prefiere un neo-comunismo, es simplemente usar de forma poco rigurosa el lenguaje[i]  (neo-comunismo por neo-socialismo es un término que yo mismo empleé en alguna ocasión) pero no es más que eso. Porque si somos razonablemente rigurosos con las palabras, el único líder político que intentó realmente establecer el comunismo en los últimos 100 años fue el camarada Pol Pot, los demás, desde Stalin y Mao hasta Castro u Ortega, se limitaron a lo que en 1928 el Sexto congreso del Komiterm en Moscú  estableció que en el lenguaje ortodoxo del marxismo oficial se denominaría socialismo.

Marx mismo había usado de forma indistinta los términos comunismo y socialismo, llegando a describir lo que se denominaría luego “dictadura del proletariado” como comunismo salvaje, grosero o primitivo[ii], pero siempre pensaron los marxistas que el asunto ocurriría en dos etapas, por lo que bajo Stalin se decidió el año citado que a la primera etapa del poder socialista, aquella que se define por el control del estado sobre los medios de producción se la denominase socialismo, mientras que a la segunda definida por la eliminación de la división del trabajo se la denominaría comunismo. Lo interesante es que de una parte la tradición comunista hunde sus raíces hasta la antigüedad en la filosofía, y hasta la edad media en la práctica política revolucionaria[iii] milenarista; y de la otra las teorías y esfuerzos políticos que tienen al comunismo por objetivo, sin admitir al socialismo –especialmente en la versión marxista – como medio son muchas, muy variadas y muy influyentes. Pero la idea socialista de controlar a voluntad el complejo orden evolutivo espontaneo de la sociedad mediante mandatos arbitrarios de un todopoderoso Estado abierta o implícitamente totalitario parece más bien reciente –si bien puede tener referencia teóricas muy antiguas– y no encaja lógicamente con la tradición comunista más que por un místico dogma de fe en la dialéctica neo hegeliana de Marx.

Que los socialdemócratas sean o no marxistas, sean o no socialistas… o que alguna gente se empeñe en denominar comunismo al socialismo que llegado al poder por las armas estableciera dictaduras sustentadas en el completo control estatal de los medios de producción, a fin de diferenciarlos de los socialistas que llegados al poder por medios democráticos se tuvieron que limitar al control indirecto todos los medios de producción, limitando el control directo sólo a los que consideraron estratégicos es un problema de grado. En la medida que los segundos no lleguen a destruir completamente el sistema de precios –como si hacen inevitablemente los primeros– su sistema puede mantenerse mucho más tiempo. Es cuestión de grados, toda interferencia en el sistema de precios distorsiona las relaciones económicas voluntarias causando empobrecimiento relativo, errores masivos de inversión, crisis y recesiones recurrentes. Pero aún bajo tales distorsiones la economía puede crecer y la población prosperar a través de tales ciclos, pero únicamente  hasta el momento en que la distorsión es de tal magnitud que el empobrecimiento material y moral se torna irreversible, el empobrecimiento absoluto,  y el sistema de gobierno se condena al colapso de no cambiar su grado de distorsión política del sistema económico. La diferencia entre el socialismo de la Stalin en la URSS y el de Roosevelt en los EE.UU. no fue de naturaleza, sino de grado y circunstancias.

La circunstancia del proyecto socialista en el poder en Venezuela, fue de rápido crecimiento del control indirecto y directo del Estado sobre los medios de producción, con un relativamente bajo nivel de conflictividad asociada, no tanto por tratarse de un gobierno que llegó y se mantiene el poder por medios electorales, sino por el alto precio del petróleo que permitió aplicar un amplísimo sistema de trasferencias clientelares asociadas directamente al aparato político de partido. Se trató, hasta ahora de construir poco a poco el socialismo radical de nuevo cuño (eso que algunos insisten en llamar comunismo) sustentándose en el populismo tradicional por la abundancia de recursos. Esa fue la etapa –local y continental– del socialismo al contado con cargo a la factura petrolera.

Ante una caída de los precios en medio de una recesión global muchos preveían cosas como aumentos de impuestos, devaluación del tipo de cambio preferencial, aumento del precio de la gasolina, etc. Es decir, ajustes plenamente visibles y por el lado de los precios. En lo personal no lo esperaba, y muchas veces expliqué que el gobierno escondería sus ajustes empleando medios diferentes a los esperados, que antes todos primero agotaría su capacidad de endeudamiento, que aún es muy grande, luego recurriría a los racionamientos… y sólo finalmente, si las circunstancias lo obligaran por no haber completado el cambio de un sistema de precios interferido a uno de planificación central… quizás recurriría a una devaluación abierta significativa… no sin antes intentar un sistema diferencial de más de dos tipos de cambio.

También dije que al final de cuentas, desde el punto de vista del gobierno, sirve a los mismos efectos el otorgar menos dólares preferenciales y vender paralelamente deuda en dólares en bolívares con prima que devaluar… y si se puede devaluar a escondidas ¿para que hacerlo abiertamente? Si se puede restringir las existencias de un producto ¿para que aumentar su precio? Desde el punto de vista del público es muy diferente, es peor lo segundo que lo primero en realidad… pero desde el del gobierno es, en principio, lo mismo y tratándose de un gobierno socialista: mejor racionamiento que carestía. El gran problema es el efecto agregado de distorsiones que llegará a colapsar el sistema mismo, pero eso, para los socialistas que se niegan a verlo incluso cuando ocurre, simplemente no es problema.

Así que, cual Obama cualquiera, el supremo caudillo del socialismo criollo anunció un gigantesco plan de inversiones estatales que se financiera a crédito… algunos simbólicos recortes de ciertos gastos suntuarios que se quedarán en nada y un pequeño aumento de un impuesto para efectos inmediatos. Si antes se gastaba mucho con el precio del petróleo alto, ahora se gastará más con el precio del petróleo bajo. Ni más ni menos. ¿De donde saldrá la diferencia?  Pues del endeudamiento. Con un sistema bancario de reserva fraccionaria es el sistema bancario el que crea la mayor parte del circulante, el gobierno que quizás no le entienda pero lo ve, simplemente intenta duplicar de un plumazo su participación directa con la estatización de uno de los mayores bancos y la indirecta reorientando las gavetas de crédito que forzaba a prestar a determinados tipos de beneficiarios para sus propios proyectos. Eso es lo que ya venía ocurriendo, antes socialismo al contado, ahora socialismo a crédito.

Como el socialismo es inviable –fuera de peculiares escenarios de mera subsistencia incompatibles con la magnitud actual de población global presente[iv]– en la medida que se intente adelantarlo más allá del punto de no retorno de las llamadas “economías mixtas” se obtendrá como resultado primero un enorme poder político concentrado y personalista y un empobrecimiento creciente que terminara por regresarse o colapsar y que tras su frenazo o colapso sólo dejará destrucción material y moral… y en este caso puede que también muchas deudas.

 

 



[i] Como quienes carecen de un mínimo de cultura general alcanzan apenas a entender por comunismo únicamente algo similar al experimento soviético y sus émulos así como por socialismo exclusivamente algo como las moderadas economías mixtas neo-mercantilistas de la socialdemocracia norteamericana, europea occidental y sus émulos; el uso poco riguroso de términos como neo-comunismo sirve únicamente al propósito de transmitir a tal público general el carácter totalitario de la ideología y proyectos políticos neo-socialistas.

[ii] La descripción de tal etapa se encuentra en sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 en los que indica que: “La envidia general y constituida en poder no es sino la forma escondida en que la codicia se establece y, simplemente, se satisface de otra manera. […] El comunismo salvaje no es más que el remate de esta codicia y de esta nivelación a partir del mínimo representado. Tiene una medida determinada y limitada. […] La comunidad es sólo una comunidad de trabajo y de la igualdad del salario que paga el capital común: la comunidad como capitalista general. Ambos términos de la relación son elevados a una generalidad imaginaria: el trabajo como la determinación en que todos se encuentran situados, el capital como la generalidad y el poder reconocidos de la comunidad. En la relación con la mujer, como presa y servidora de la lujuria comunitaria, se expresa la infinita degradación en la que el hombre existe para si mismo … Es la única obra en que Marx menciona la tradición comunista secular de la propiedad colectiva de las mujeres y también la única en que describe la espantosa primera fase de la instauración del comunismo que por su fe en la supuesta dialéctica material de la historia piensa que resultará mística e inevitablemente transcendida y superada por una posterior fase luminosa de real superación de la alineación.

[iii] La multiforme y contradictoria agitación teológica y política que se suele englobar bajo el rotulo de milenarista y que se asocia con la edad media, se puede rastrear al menos desde el siglo IV y se extendió claramente hasta el renacimiento, cuando ocurrió el caso mejor documentado de una revolución comunista inspirada en el milenarismo cristiano: el de los revolucionarios anabaptistas que tomaron el poder en Munster en 1534 estableciendo la eliminación del dinero, la comunidad bienes –administrada por los privilegiados gobernantes– y la poligamia obligatoria mediante un gobierno que reclamaba estar inspirado por el Espíritu Santo. Curiosamente, una de las mejores descripciones de las atrocidades de ese primer experimento con el comunismo es literaria y se encuentra en la historia novelada del acontecimiento y su contexto histórico por el colectivo de escritores anarquistas que bajo el colectivo seudónimo Luther Blisset lo describen en su novela Q. Otro dato interesante es que la tradición comunista cristiana se mantiene hasta el siglo XIX, cuando llega a ser desplazada por reinterpretaciones materialistas que representan –particularmente en el marxismo– no una ruptura sino una reinterpretación al mantener lo substancial de la creatología y escatología de la tradición milenarista, por lo que en gran medida es correcto decir que la tradición del comunismo revolucionario de origen religioso medieval se extiende hasta nuestros días.

[iv] F.A. Hayek explica que el socialismo es un error de hecho en la medida que pretende mantener los niveles de producción del complejo orden evolutivo de la civilización mediante la apelación a la construcción de un sistema fundado en la satisfacción de una moral instintiva inmediata que funciona exclusivamente a nivel de muy pequeños y primitivos grupos en los que el escaso número y la simplicidad de medios y objetivos permiten el consenso. Por ser el conjunto de normas e instituciones que permiten el orden extenso de carácter evolutivo su extensión ha dependido del crecimiento poblacional de los grupos humanos que las adoptaron sin poder comprender sus posteriores efectos, dando como resultado que los individuos las encuentren en contradicción permanente sus naturales instintos y tendencias con el entramado cultural que permite la supervivencia de la humanidad. La moral inmediata subsiste en el orden extenso dentro de los pequeños grupos que en el la mantienen, dejando al individuo con un doble conjunto de normas para aplicar a propios y extraños junto con la tentación voluntarista de intentar extender aquellas que sólo puede aplicar exitosamente a los pequeños grupos consensuados en la gran sociedad. Una idea aparentemente simple a la que Hayek dedicaría 50 años de estudio sintetizados en su último libro: La Fatal Arrogancia, Los errores del socialismo.
















3erPolo

 
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