www.guillermordriguez.net Intereses, política y guerra: El juego de la ruleta rusa |
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Los liberales son amantes
de la paz, lo somos tanto que jamás ha ocurrido guerra alguna entre dos gobiernos que a los principios liberales dieran el
mínimo respeto, y por ello nos preocupa mucho el que los gobiernos antiliberales que nos han tocado en suerte coqueteen con
soluciones militares a problemas políticos. Eso es jugar a la ruleta rusa, pero el problema es que es que es un tipo
de ruleta rusa en que los gobiernos tienen el dedo en el gatillo y sus pueblos el cañón del arma en la cabeza. El infausto
recuerdo de lo que significó para Lo que está ocurriendo en estos
días entre los gobiernos de Colombia, Ecuador y Venezuela podría, para bien de los pueblos de los tres países, terminar en
el campo de la diplomacia y desvanecerse como los fuegos de artificios… no sin costo –que a fin de cuentas son
mil-millonariamente costosos para el comercio internacional los tales impasses – pero mucho más costosa en una guerra,
por corta y limitada que fuera. Pero también podría, esperemos que no sea el caso, llegar a salirse de control y tomar un
camino muy diferente de resultados impredecibles. El asunto se puede resumir,
a la fecha, en que Colombia es un país que sufre una guerra civil desde hace algo más de medio siglo, en el que las complejidades
y acumulaciones de odios y rencores de tan largo y enrevesado conflicto son enormes, pero a la fecha el asunto es que el grupo
alzado en armas más numeroso son las llamadas FARC, que dicho grupo que es el que nos ocupa, se financia de la protección
militar al negocio del narcotráfico, los secuestros y otras actividades mafiosas, con lo que sus tropas reciben sueldo regular
y su capacidad financiera para adquirir armas y pertrechos, así como para lo demás que requiera, es tan grande como la de
un Estado. Y la razón de ello es que la desde hace mucho perdida "guerra a las drogas" en que se empeñan inútilmente
los gobiernos de las naciones en que se concentra el mayor consumo –EE.UU. a la
cabeza– lo único que han logrado con dicha política es incrementar enormemente las ganancias de mafias y oficiales gubernamentales
corruptos en toda la cadena internacional del ilegalizado trafico, nada diferente de lo que pasó cuando hacia las primeras
décadas del siglo XX decidieran ilegalizar el licor en los EE.UU. haciendo inmensamente ricas a mafias y corruptos de entonces,
hasta que reconocieran que las consecuencias negativas para individuos, familias y sociedad que traía el consumo en nada se
habían reducido, debiéndoles sumarse entonces las aún peores de la prohibición.
La solución de entonces fue legalizar nuevamente aquella droga adictiva que es el licor, y la solución de hoy no sería otra.
La legalización sería un golpe tan devastador en las finanzas de los grupos alzados en armas en Colombia, que todos los “planes
Colombia” juntos no llegaría a acercársele… pero esos planes, así como la perdida guerra, son negocio para muchos
que de tales crecidos presupuestos gubernamentales medran, tanto o más que para los mafiosos y corruptos. Venezuela y Ecuador no están en guerra,
ni civil ni internacional, pero sufren los efectos de la larga guerra colombiana en sus fronteras. Entre tales efectos está
el que los irregulares crucen las fronteras, y que el ejercito de Colombia también lo haga para atacarlos. Agreguemos a eso
que los actuales presidentes de Ecuador y Venezuela son aliados políticos e ideológicos
estrechos; y su vez enemigos políticos del de Colombia. Así como que ambos mandatarios se han manifestado, cada cual a su
estilo, aliados políticos –y en cierto grado ideológicos– de las FARC. De tal alianza hasta ahora caudillo supremo
del socialismo venezolano ha obtenido ciertos éxitos políticos internacionales, como fueron la liberación unilateral de rehenes,
y algunos chascos mediáticos internacionales, como el caso del niño que se encontraba en un orfanato del gobierno colombiano.
Lo que ocurrió ahora,
que es lo que pareciera ponernos al borde de una guerra absurda entre naciones sudamericanas, fue que las fuerzas
militares de Colombia bombardearon y destruyeron un campamento de las FARC en territorio del Ecuador, y que en dicha
acción murió el comandante que se había ocupado de las negociaciones que como facilitador iniciara el presidente de Venezuela
y detuviera el de Colombia tras una inconsulta llamada del primero a un alto oficial del ejercito Colombiano. La reacción del gobierno
del Ecuador en contra de la incursión es lógica y compresible, las acusaciones del de Colombia en torno a la presunta oficiosa
protección a Pudiera o no equivocarse en sus
cálculos internos… eso no es tan importante. Lo importante es que no han sido pocas las guerras de verdad que han comenzado
a la largo de la historia cuando los juegos de la ruleta rusa internacional, del tipo que cada vez más se aficiona a jugar
el presidente de Venezuela –y al que no parece mucho menos aficionado el de Colombia– y no se aún si el de Ecuador.
El problema es que el
gobierno de Caracas está empeñado en mantener un enfrentamiento con el de Washington del que cercano aliado se ha hecho el
de Bogotá. Es en ese contexto de enfrentamiento con Washington que deben evaluarse las reacciones del gobierno venezolano,
y es en ese contexto que son más peligrosas de lo que parecen para Venezuela. Fidel Castro en su momento jugó a eso,
con la segunda potencia militar del mundo cubriéndole las espaldas… Hugo Chávez está jugando el mismo juego con las
espaldas descubiertas… eso no es valor sino temeridad. Además, si el juego del primero se está saldando a un
enorme costo en destrucción material y moral para el empobrecido pueblo cubano… el del segundo no sabemos lo que nos
pueda costar a los venezolanos de llegar a salirse de control… cosa que ocurre con enorme facilidad cuando a los políticos
les da por jugar a esta ruleta rusa de coquetear con la obscura y traicionera deidad de la guerra. Tres grandes mentiras a los pueblos hay en todo esto, y las estafas de los gobernantes no merecen
saldarse con la sangre de otros- que hay que ver con cuidado: Pero, el que un pueblo
no deseé una guerra nunca ha sido suficiente para evitar que los errores de su gobierno le obliguen a sufrirla…
y eso deberían recordarlo hoy los pueblos y los gobiernos de Ecuador, Colombia
y Venezuela, si bien a los Venezolanos nos atañe primero y principalmente el nuestro.
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