www.guillermordriguez.net Los vientos del cambio: Finalmente llegamos al principio |
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El gobierno revolucionario, que tras casi nueve
años en el poder anuncia que ¡finalmente! empieza su revolución, ya es el pasado político de la mayoría
de los venezolanos; cosa buena porque ha sido y es un gobierno muy malo que siempre se escudó en que los de antes
fueran aún peores, pero sobre todo porque en la medida que finalmente adelante su verdadero proyecto será cada vez peor respecto
de aquello que le interesa realmente a casi toda la población: Prosperar en paz. Que ironía, tras casi nueve años
finalmente llegamos al principio, al principio de una revolución que ya está envejecida, y al del surgimiento de una peculiar
oposición, desconectada del pasado en el rechazo a las pretensiones de esta revolución socialista. Pese a lo anterior, una extraña sensación de aburrimiento ante el absurdo
repetido que supera en mucho al simple rechazo produce escuchar en estos días la repetición ocasional de las solemnes tonterías
de un pasado que pese a lo reciente nos está comenzando a lucir lejano y remoto. Son las tonterías que inspiraron, condicionaron
y causaron todos y cada uno de los fracasos de los esfuerzos de las diversas “unidades” opositoras variopintas,
antipolíticas, inmediatistas y más enemigas de la razón que del socialismo empobrecedor que nos desgobierna hoy. Es la sensación
previa al “desconectarse” con que reaccionábamos de adolescentes ante el regaño cansón y repetitivo por aquello
con lo que en realidad poco o nada teníamos que ver. Curiosamente, la misma reacción de hartazgo ante la repetición interminable
de la insensatez la ocasiona hoy el discurso del poder socialista del siglo XXI que se puede resumir el la respuesta
del inefable ministro Chacón al insólito hecho de que un par de notables factores de la oposición política socialista tradicional
reencauchada (blancos reencauchados de azul y verdes de amarillo) casi milagrosamente comenzaran, tarde y mal, a ocuparse
de los problemas que realmente sufre el venezolano de a pie, especialmente de aquellos a los que en casi una década el gobierno
revolucionario le puso escasa o ninguna atención, como la inseguridad personal creciente. Acusar a ¿Aquella clase media antipolítico de ideas ñangarosas mal digeridas
con escocés de 24 años que votó abrumadoramente a Hugo Chávez hace ya casi nueve años y celebró su entronización
como la llegada del Mesías, tras arrepentirse como se arrepentió (a medias y sin asumir respnsabilidad) podía
acaso ser el cerebro y el nervio de una fuerza política nueva que derrotase al socialismo del siglo XXI? Pese a los muchas
debilidades intrínsecas del dicho nieto del puntpofijismo, la respuesta lamentable fue y es: ¡nunca! pero necesario
era acompañarlos siempre hasta el borde del despeñadero de derrotas por el que se empeñaban en lanzarse, vez tras vez. ¿Es difícil de entender que a quien le gustaban las novelas del
dos y la radio róchela, le importa tres pitos de quien sea o deje de ser el dicho canal, y los intereses de aquellos dueños,
pero rechaza profundamente la medida del gobierno que le quitó la novela y la róchela (en la televisión aunque sí
en el manejo de los recursos públicos) dejándole en cambio un bodrio intragable
de televisión “social”? Me temo que para los políticos de uno y otro bando, que no disfrutan las telenovelas ni
la róchela, no es difícil, sino imposible de entender el verdadero fondo de ese malestar. ¿Es difícil de entender que muy por encima de los aciertos y errores
de sus accidentales lideres, los jóvenes universitarios se están transformando en factor político activo porque tienen todas
las razones del mundo para temer seriamente por su futuro? Pues para quienes se empeñan en que el problema es Chávez,
o que el socialismo tiene algún futuro, con y sin el dicho caudillo, la verdad es que no es posible entender realmente el
fondo del asunto. Y el fondo del asunto es que una generación a la que no es posible acusar
de representar al demonizado pasado puntofijista está entrando en la política, en uno y otro bando... pero está entrando en
medio de un artificial boon de petrodólares que como los anteriores terminará en crisis y frente a unas mayorías que comienzan
a temer, por muy buenas y personales razones... a quien hasta ayer aplaudieron... por muy buenas y personales razones. Tenemos una clase política a la que su actual hegemón acostumbró
a medrar, en gobierno y oposición, de la confrontación irracional apasionada... y una sociedad que comienza a pedir paz. Tenemos
un gobierno que, obligado por su ideología, no puede más que proclamar las virtudes de la pobreza y la escasez... y una sociedad
que ansia la prosperidad y la abundancia. Tenemos una oposición política tradicional –o reencauchada–
que no puede más que mencionar los problemas del venezolano de a pie –cosa que en ellos ya es un progreso sin ofrecer
solución viable alguna, porque aunque con cierta moderación, comparte lo fundamental de la visión del mundo que inspira la
ideología del gobierno en poder, la del estatismo que jamás, en versión o tiempo alguno, a producido otra cosa que
pobreza material y moral. Estamos ante los primeros síntomas de la ruptura entre el futuro y el pasado,
entre las mayorías y la clase política en el poder… incluida en buena parte aquella que se denomina opositora; pero
apenas está empezando. Tras casi una década, la quinta república ya es el pasado para una sociedad cuya edad promedio
es de menos de 23 años. Tras mucho discurso y algunos magros pero cruciales resultados en materia de inclusión,
quienes superan el umbral de la pobreza quieren seguir avanzando... y no hacia la pobreza “virtuosa” del socialismo
retrogrado que les proponen desde el poder. Lo que ya es pasado en el poder se negará morir –como no, sí el
hoy remoto aún no termina de morir del todo– y se mantendrá todo lo que pueda… pero como el pasado puntofijista
pasará, creo que mucho más rápido hoy que ayer. El futuro, que puede ser mejor o peor, es algo que tenemos que comenzar
a construir hoy, cuando finalmente llegamos a la línea de partida de la carrera hacia ese país desconocido que será.
Y los liberales al menos, en esa dirección nos estábamos moviendo desde hace ya cierto tiempo. La oportunidad y el peligro
son las dos caras de una misma moneda, y un futuro brillante nos ha de costar un trecho largo aún en lo peor del pantano en
que irresponsablemente se arrojó esta sociedad en 1945, enfangándose cada vez más, y más, en el mismo barro de las promesas
socialistas imposibles de ayer y hoy, pero quizás, solo quizás, ya no más mañana. Soplan por primera vez desde 1999
vientos de cambio, y levantan hedores pútridos de lo que en estos años se había estancado, como es natural... pero es buen
síntoma. Es el principio de algo, posiblemente el principio del fin del socialismo del siglo XXI en Venezuela, para
lo que aún queda mucho camino, porque esto es solo el principio. |
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