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![]() www.guillermordriguez.net Ni la negra ni la roja: La propiedad, la catira y las chicas pilsen |
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El candidato de la unidad de los socialistas venezolanos
del siglo XX arrancó su campaña tomando prestado algo del método de ese socialismo venezolano del siglo XXI al que
se opone, y que se ha distinguido por el uso eficaz de la contemporánea tecnología informática. Nada de colas para
cobrar becas alimentarias un día determinado, tarjeta de debito y cajero automático para repartir a cada familia entre 600
mil y un millón de bolívares es lo que promete Rosales. Y es la única novedad; ya que del resto, lo que ha
dicho se podría resumir en que promete mantener intacto lo hecho por el socialismo del siglo XXI. ¿Por qué no dejar
también al caudillo único del neosocialismo intacto en Miraflores? Se pregunta más de uno ante la identidad de la oferta electoral
del Rosalismo y el Chavismo. A fin de cuentas, si se van a mantener las misiones, que son la columna vertebral del
socialismo del siglo XXI, PDVSA va a seguir siendo tan Estatal como revolucionaria, los poderes legislativo, judicial, electoral,
y moral seguirán bajo el control absoluto del socialismo del siglo XXI, pues el cambio de inquilino en la Casona, del socialista
barinés que presume de radical, al socialista zuliano que presume de moderado, no parece que fuera a cambiar mucho la cosa.
Visto así, y considerando que la mayor virtud del supuesto moderado sería su presunto carácter de demócrata que entregaría
el poder fácilmente... pues sería de temer que terminase entregándoselo en tres años al mismo que lo tiene hoy, constitucional
y democrático referéndum revocatorio mediante. Así que, de entre esos dos, quien esté en la silla de Miraflores –o mejor
dicho en el asiento del avión presidencial– tendría como mayor diferencia una misión más o menos: ¡La negra!. Una tarjeta de débito para familias ¿no para individuos? Que se entregará a quien el gobierno certifique de pobre ... y
bueno: Es otra misión más. ¿Qué por qué la llaman la negra? Pues será porque como es para unos si y para otros no, la negra
de Rosales, por más que sea tarjeta, es igualíta a la roja de Chávez: La franela de los beneficiarios de unas misiones que como los créditos al cooperativismo, las viviendas dignas,
y el privilegio –menor o mayor– del estatismo que sea, al final también es: para unos sí; y para otros no. Populista hasta la medula tenía que ser porque el socialismo
será tan populista como democrático sea. El camarada Stalin no necesitaba misiones ni negras; pero el camarada Hugo
y el camarada Manuel son otra historia. Que a punta de populismo democrático también se puede llegar a montar algo tan totalitario
como lo del georgiano, ya lo mostró claramente otro de los grandes líderes del socialismo del siglo pasado, el camarada Adolfo.
Pero el caso ahora es que andamos entre los gritos de ¡Bush!, ¡El diablo!, ¡El imperialismo!, ¡El magnicidio!, ¡La conspiración
y el golpismo! –y mira que en eso si que tienen experiencia el que lo grita– y por supuesto principalísimo ¡Las
misiones!, de un lado. Y del otro, eso mismo pero moderadamente en lo del anti-imperialismo, y quizás de llegar al
poder igual de histéricamente el resto, pero también principalísimo en la campaña de hoy: las mismas misiones y además, como otra misión más: ¡La negra!. En lo personal me
tomo más en serio a la catira, y a la variedad de catiras, morenas y morenazas chicas pilsen, que a todos los políticos socialistas del siglo que sean. Porque ninguno merece que se le tome en serio, visto
que ninguno se toma en serio su verdadero trabajo; mientras del otro lado, todas lo merecen, porque ellas si se toman en serio
el suyo.
En el fondo todo se reduce a que el socialismo está tan radical
y quintaesencialmente alejado de cualquier verdad objetiva, que hasta su populismo no pasa de ser el disfraz de otra mentira.
Es así en todo tiempo y lugar, pero nos interesa más la peculiaridad del caso de Venezuela en el presente a quienes en esta
tierra lo sufrimos hoy. El populismo socialista venezolano, tanto el de Chávez como el de Rosales, tienen en común que el
80% de la propiedad no residencial –o como diría un marxista “los medios de producción”– pertenezca
al Estado. Empezando por PDVSA que es la más importante empresa del país, sumemos a esa riqueza patrimonial en empresas, la
propiedad Estatal del subsuelo en que se encuentra ese petróleo –que de riqueza tiene sólo el potencial– en torno
al que gravita la controlada y distorsionada economía venezolana desde hace ya muchas décadas. Sin entrar a discutir
como llegamos aquí, pues es obvio que se puede y debe “remar para atrás” cuando de todo esto
lo único que hemos sacado es cada vez más miseria material y moral; mi punto es que el supuesto populismo de los
dos grandes candidatos del socialismo Venezolano es igual de mentiroso en uno y el otro. Y lo despachare en dos platos:
Cuando estatizaron la industria petrolera, décadas atrás,
está aportaba al Estado venezolano en su doble calidad de propietario patrimonial del recurso y beneficiario de los impuestos,
cerca del 52% de su factura. Es decir que siendo Estatal el recurso y privadas las empresas que lo explotaban, con el 48%
restante las empresas debían cubrir sus costos y dar ganancias a sus accionistas. Y muy jugosas ganancias daban a decir verdad.
Unas décadas después, la estatizada industria llegó a aportar apenas un 23% de la factura al Estado que no sólo era el dueño
del recurso y el cobrador de los tributos, sino el dueño del 100% de las acciones. Y en verdad, malabarismo contable más,
malabarismo contables menos, la situación de fondo en la PDVSA revolucionaria es más o menos la misma...
peor en algunos aspectos, mejor en otros, pero más o menos la misma en el fondo del problema de la rentabilidad real de un
negocio que sigue siendo el segundo mejor del mundo, únicamente a fuerza de hacerle honor a la lapidaría frase del viejo Rockefeller.
Así las cosas, si en lugar de repartirle al pueblo las migajas que puedan quedar después de la mala administración
propia de las empresas del Estado, así como del sobre gasto de ese mismo Estado que siendo incapaz
de meter malandros presos y proteger las fronteras de la penetración y establecimiento en el territorio de fuerzas armadas
y uniformadas irregulares extranjeras, se dedica a vender verduras, administrar divisas, promover las bellas artes y combatir
el golf... e insisto en que migajas es lo que queda tras el despilfarro y la corrupción consustancial y inseparable
de todo socialismo, con lo que migajas es todo lo que pueden repartir. Por eso digo, si en lugar de repartir
las migajas del socialismo se repartiese la propiedad de todos esos activos del Estado (que no se corresponden con sus limitadas
funciones propias de naturaleza represiva) a todos y cada uno de los ciudadanos de una vez y para siempre, pues tendríamos
dos resultados muy interesantes:
Claro que eso no es todo, pero sin eso no hay más nada, porque
es el principio. Y por principio digo que ni la negra ni la roja, sino la propiedad que es el verdadero poder para
el pueblo, y como de los candidatos mal populistas ninguno quiere darle al pueblo ese poder real que es la propiedad de los
activos del Estado socialista, desde las acciones de PDVSA y la del subsuelo, a la del espacio radioeléctrico las
escuelas y los hospitales –y acentúo dar, que no es vender, pues ya está más que pagado con lo que
nos han quitado en décadas de inflación, devaluación y trabas al trabajo honesto de creación real de riqueza, tan abundantes
en el socialismo empobrecedor de ayer como en el de hoy– pues mi candidato sigue siendo: ninguno, quien aunque usted no lo crea está en campaña. Así estaremos, hasta que un día alguno ocupe el lugar de ninguno. Y ese si que será el
principio de algo. |
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