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Un espectáculo único: La orgía populista de los socialismos enfrentados














Guillermo Rodríguez G.





3erPolo
















Todo el mundo quiere vivir a expensas del Estado.
Olvidan que el Estado vive a expensas de todo el mundo.
Frederic Bastiat

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El caudillo único del socialismo del siglo XXI en Venezuela, desde la presidencia de la República, está en campaña electoral permanente, pues los recursos del Estado se usan sin limite alguno en el culto al caudillo. Edificios públicos colgados de vallas con las imágenes del caudillo que ocupan diez pisos, interminables horas de transmisión en cadena nacional de radio y televisión de publicidad gubernamental, completamente concentrada en la imagen del caudillo, dos canales de TV gubernamentales, uno nacional y otro intencional, dedicados a la permanente exaltación del caudillo y sus políticas, vehículos oficiales, y aún privados financiados con créditos gubernamentales empapelados con la imagen del caudillo... en un sistema que aún práctica elecciones multipartidistas –por mucho que se discuta su limpieza– es una campaña electoral permanente con abuso evidente de los recursos del Estado. Y de la más rancia tradición populista son los amplios programas de transferencia de limosnas –unas mejores que otras según a quien, algunas realmente jugosas y otras realmente miseras– hacia vastos sectores de la población empobrecida, y sobre todo transferencia de esperanzas para los que aún no les llega ni el repele. De hecho, la combinación de una economía socialista empobrecedora que hemos padecido por décadas, cada vez con mayor intensidad, y un petroestado populista que logra que la población vote por el sostenimiento y profundización de las políticas que son la causa de su empobrecimiento... a cambio de verlo un poquito mitigado por el clientelismo populista que se intensifica en la misma medida que se intensifica el socialismo, describe la tragedia de Venezuela.

 

Pero la mayor tragedia es que los alcaldes “de oposición” cuelguen su imagen de cinco pisos en un edificio público municipal, etc, etc, etc, a imagen y semejanza del caudillo mayor, mientras al gobernador del Zulia se le conocía como “misioncita” por su copia al carbón de todas y cada una de las prácticas de gobierno del caudillo mayor. Tenemos en una oposición disminuida y dividida, a unos eunucos ideológicos incapaces de ofrecer una alternativa real socialismo del siglo que sea... porque ellos también son socialistas. Y los tenemos imitando servilmente  en sus escalas limitadas y con sus recursos limitados las prácticas populistas del socialismo del siglo XXI. Eso es lo que tenemos.

 

En semejante situación, quienes señalan que los candidatos del MVR son designados a dedo por el caudillo, designaron a dedo como candidato “único” de “la oposición” en un grupúsculo de caudillitos menores al gobernador más populista de la historia del Zulia, Rosales alias “misioncita”, quién más señalamientos de corrupción, peculado y abuso de poder para el proselitismo político tiene en la historia del Zulia... a perfecta imagen y semejanza del caudillo del socialismo del siglo XXI. Que el candidato “único” es uno entre al menos tres candidatos opositores, y que de entrada pudiera no estar de primero en la intención del voto opositor es algo ridículo, pero que pudieran resolver los caudillitos en un par de acuerdos del mismo tipo con que lo designaron... o simplemente ignorarlo. El mayor problema para Venezuela es que de un lado se nos promete la profundización del modelo socialista del siglo XXI, que es la suma de todos los males de los socialismos más totalitarios del siglo XX en un nuevo paquete con peculiaridades antidesarrollistas, religioso sincrético y democrático tumultuarias... lo que en última instancia puede en muchos sentidos no igual, sino peor que los peores totalitarismos socialistas del siglo XX. Y del otro una versión profundamente irresponsable del socialismo adeco del siglo XX –resultado de cuyos devastadores gobiernos fue la llegada al poder del siglo XXI– prometiendo imitar al mínimo detalle al caudillo que pretende derrotar... pero prometiendo también ser un socialista ideológicamente deslavado. Es decir, desacelerar un poquito el proceso de construcción del mismo socialismo que el otro promete acelerar. ¿Y a que costo? Pues no al costo de la incertidumbre del posible mal menor que entre alternativas ideológicas equivalente vivió hace poco el Perú... sino ante la certidumbre de que si Chávez nos promete conducirnos a su propia versión del “mar de la felicidad” socialista de cuya miseria se escapa en balsa, a paso de vencedores... Rosales nos promete la certeza absoluta de un gobierno que pague el salario mínimo a los desempleados, reparta por la vía clientelar el porcentaje que se le ocurra de la renta que sea... mantenga las misiones cambiando el color y la imagen de la franela que los beneficiarios están obligados a ponerse. Y deje las finanzas públicas y la población en el estado que las dejó un Alan García en su primer gobierno. Ninguno de los dos está prometiendo por prometer, y cualquiera de ellos que llegue al poder implementará a fondo su versión del socialismo con el mayor grado de populismo que los recursos petroleros, el endeudamiento irresponsable... y lo que sea le permitan sin mirar al futuro. Que mañana Rosales decidiera retirarse, como hicieron los partidos socialistas opositores dejándonos con una Asamblea 100% roja de adoradores perpetuos de  su caudillo, que en lugar de legislar sentados en cúrales parecen hacerlo “colgados de mecates” no cambiaría mucho el escenario. En una guerra entre populistas gobernantes abusadores de los recursos públicos para el proselitismo, sin mucha diferencia entre los dos en los temas que a la gente común realmente le pueden interesar, como son los que afectan el bolsillo y la seguridad personal... pues arranca con enorme ventaja el que maneja los recursos nacionales. Y la tragedia se completa cuando vemos que reclamando la abstención como bandera está, desde que se la arrancó hábilmente al oportunismo políticamente incapaz de SUMATE, nada menos que el líder del partido socialista del siglo XX que construyó el socialismo empobrecedor que nos condujo al callejón por el que llegó al poder el del siglo XXI. Futuro hay, y hay que construir una verdadera alternativa ideológica, política y sobre todo cultural a todas las versiones del socialismo y a todas las promesas y prácticas del populismo, lo que en un país como Venezuela en que el 80% del capital no residencial está en poder del Estado desde hace varias décadas, empieza con la transferencia de la propiedad –que no es lo mismo que la renta– de dicho capital del Estado a la población para construir el capitalismo popular... pero el futuro es una luz al final de un túnel que no parece ser corto en el tiempo. Contra el poder, cada día más atosigante, de un Estado que avanza hacia el totalitarismo, tan democrático como abusivo y empobrecedor del socialismo del siglo XXI, hay que construir el futuro paso a paso, en las condiciones que sea, ganando la batalla cultural antes que la política... y eso, es sólo el principio.
















3erPolo

 
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