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Un proyecto global... ¡Neo-comunismo a realazos!














Guillermo Rodríguez G.





3erPolo
















El Estado es la gran ficción a través de la cual
todo el mundo se esfuerza en vivir a expensas de todo el mundo.  
Frédéreic Bastiat

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La ministra de economía de Argentina, un día cualquiera y en medio de una presentación de números que algunos dicen que mostró un déficit, y ella que demostró un superávit, deja caer como quien menciona algo obvio y de paso, que el gobierno Venezolano compraría, otros nuevos, cerca de 300 millones de deuda soberana Argentina. Y en efecto eso ¡ya no es noticia! Se comenzaría a dar por obvio que si las cuentas de los socialistas del siglo XXI en el continente no cuadran... el gobierno Venezolana les podría los reales que les falten. Y ya que el Presidente de Venezuela comienza a declararse líder global del neocomunismo (y ese aspecto del “proceso” apenas está empezando) el estilo financiero de ese liderazgo –que se esboza auto-destructivamente parecido en eso al soviético– si que es noticia nueva y mala. Porque mientras el presidente de Venezuela se compromete a regalar recursos del Estado venezolano por el mundo, compra deudas externos de terceros y parece dispuesto hasta a comprar elecciones para sus aliados a punta de petróleo, intentando algo tan inevitablemente infructuoso, a largo plazo, como el esfuerzo de construcción internacional del nuevo socialismo post-soviético a petrodolarzazos, la deuda pública venezolana crece cual bola de nieve que cae por la pendiente de un gobierno que paga el vencimiento de sus deudas con nuevas deudas, mientras los expertos ven los rastros de presuntas corruptelas revolucionarias por todos lados. Pero eso está en la naturaleza del socialismo, que no es otra que la transferencia de los pobres y trabajadores de allí dónde el socialismo se construya, a los ricos y vagos revolucionarios “profesionales” de casa y del mundo entero. Que Venezuela, por mucho que sea el petróleo es muy chiquita y pobre para subsidiar todo lo que subsidiaba por el mundo la extinta URSS mediante la explotación del pueblo ruso, es matemáticamente obvio. Pero los socialistas –del siglo que sea– no sacan esas cuentas burguesas... excepto cuando las ajustan con devaluación en inflación.

 

No es nuevo que el gobierno nos meta la mano en el bolsillo. Desde que se estatizó la industria petrolera, los gobiernos se adueñaron del ingreso de divisas de Venezuela y pudieron endeudarse sin limite con una deuda impagable, para generar un festín de prosperidades falsas y luego equilibrar su déficit para pagar lo impagable devaluando.  Cada devaluación significó una transferencia de recursos de la totalidad de la población al Estado, que es tanto como decir que la totalidad de la población ha sido robada por medio de devaluaciones inflacionarias, para financiar el exceso de gasto de una serie de gobiernos tan grandilocuentes como corruptos.

 

Los liberales de Venezuela proponemos resarcir a la victima, tomar la mitad de aquellas propiedades del Estado ladrón que no se dediquen estrictamente a sus funciones naturales –empezando por la estatal petrolera PDVSA y sin descartar del subsuelo al espacio radioeléctrico–  y repartirlas a partes iguales entre la población victima de décadas de robo y los demás acreedores.  ¿Acaso importaría que quien recibe lo suyo se lo gaste en caña blanca para celebrar, lo emplee en cultivar las bellas artes, financie un partido político o monte un negocio? Pues ¡NO! y mil veces no, ¡no nos importa! porque una vez resarcida la victima, ya no es asunto nuestro lo que los demás hacen con lo de ellos. El que equipara regresar lo robado con regalar lo ajeno, es inmoral... o irracional... o las dos cosas.

 

Las personas comunes nos esforzamos para pagar nuestras deudas, podemos atrasarnos y luchar por ponernos al día recortando gastos y trabajando, y ambas cosas se notan casi siempre a simple vista, cosa que se torna endémica y peligrosa, especialmente en una economía que tiene décadas de caída del PIB por habitante y en la que las bonazas no han pasado de “alegrías de tísico”, pero quienes gobiernan parecen razonar sobre ingresos, deudas y gastos que nos afectan a todos en términos completamente inversos... y obtener grandes aplausos por aquello que a los particulares les ocasionaría los efectos contrarios. Sí un borracho gasta todo lo que gana en aguardiente, pero pide fiado en la bodega para llevar comida a su casa, y el bodeguero le exige que pague la comida, como pagó el aguardiente. ¿Puede ese individuo acusar al bodeguero de quitarle la leche a sus hijos? No, pero lo hace. Y en nada cambiaría el asunto el que en lugar de aguardiente se hubiese gastado los recursos en el cultivo de las bellas artes, la búsqueda contemplativa de la iluminación... o el más noble, maravilloso y estético objetivo imaginable.  La leche de los niños es asunto del padre; y la bodega es asunto del bodeguero. Si el bodeguero no cobra, los hijos sin leche serán los suyos. Así de simple.

 

Muchos pueden reclamar que hay quien no tiene para llevarle leche a sus hijos, pero yo he escrito de individuos que si tienen con que.... y se lo gastan en otra cosa. En esto, por duro que parezca, podemos estar casi todos de acuerdo. Hay que arroparse hasta donde la cobija alcanza, y algunas cosas son más importantes que otras.

 

Lo que es bueno el padre de familia, debería serlo para el gobernante, pues vivimos en una sociedad que pretende que los gobiernos se comporten como padres, esperándolo todo de ellos, sin poner esfuerzo alguno de por medio. Todos se sienten con derecho a exigir del presupuesto recursos para lo que a bien tengan. Las ONG´s, Los partidos, los deportistas, los artistas, etc. etc. etc. se creen en el sagrado derecho de pedirle al papá gobierno que les dé, para su muy importante iniciativa. Pero resulta que -dejando aparte que el gobierno no es papá de nadie- no alcanza para todos.

 

Decía que algunas cosas son más importantes que otras, y en el caso del gobierno, más importante es la policía, el ejercito, los tribunales y las cárceles. La verdad es que en todo el país vivimos en medio de la inseguridad, las fronteras son penetradas por enemigos armados extranjeros, los jueces manejan miles de casos al mismo tiempo, con lo que humanamente, nada pueden juzgar... y en proporción a la población e índice delictivo  hay menos cárceles del mínimo necesario.

 

No podemos tener un Estado que paga obituarios y tortas de cumpleaños y al mismo tiempo tener suficientes jueces y tribunales, eso es fácil de entender.  El problema es que aún cortando el gasto en obituarios y en tortas, no alcanza para lo importante, únicamente cuando las funciones naturales de Estado se han cumplido, y tenemos suficientes, eficientes y eficaces, soldados en las fronteras, policías en las calles, jueces atendiendo y entendiendo para juzgar, cárceles apropiadas, cloacas, caminos, carreteras y puentes, escuelas básicas y algún tipo de subsidio eficiente y eficaz para la atención medica de los más pobres... apenas entonces, es que pudieran pelearse por lo que sobra. Y sí es que sobra... sin devaluar, sin inflación, sin créditos públicos impagables y sin impuestos irracionales. ¿Sobraría algo sin esos chanchullos?.  Pues sobre o no sobre, lo cierto es que hoy nuestros gobiernos se gastan los recursos de la seguridad, la policía y la cárcel (favoreciendo la inseguridad que afecta principalmente a los más pobres) en financiar cosas "tan vitales" en medio del desmoronamiento material y moral de la República.. como las bellas artes. A mí me agradan mucho más que al promedio de los ciudadanos las bellas artes, así como otras muchas cosas que los gobiernos no deberían financiar y financian... pero no porque me agraden dejaré de reconocer que es inmoral, monstruoso, irracional y inaceptable gastarse en eso, o en lo que sea, lo de la leche de los niños.  Así de simple, y así de complejo, y creo que ntender eso puede ser el principio de la transformación que necesitamos, pero es solo el principio.
















3erPolo

 
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