www.guillermordriguez.net Kampuchea Democrática: Socialismo hasta lus últimas consecuencias |
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Que el socialismo del siglo
XXI adoptó desde sus orígenes en las últimas décadas del siglo pasado un ecologismo neo-malthusiano muy difícil de
conciliar con un marxismo ortodoxo es un hecho que en muchos sentidos fue impuesto por la realidad del desplome desde
adentro del modelo soviético. En esencia los ecologistas se dedican a anunciarnos catástrofes que nunca ocurren y
para evitar tales catástrofes (que contra toda evidencia y experiencia siguen anunciando como el producto inevitable de la
civilización ascendente) el común de los ecologistas finalmente proponen la planificación y ejecución concertada de
dos políticas de reducción forzosa de la población y la producción, que requerirían un gobierno de un carácter tan
totalitario y cruel que tiene un sólo precedente a pesar de que se estiman en más de 100 millones las victimas mortales
del socialismo del siglo XX; de sus obviamente planificadas hambrunas genocidas; del sufrimiento de cientos de millones de
victimas espantosamente aleatorias bajo el modelo socialismo soviético y chino; y aún de los exterminios raciales planificados
y ejecutados por el socialismo nacional alemán... Pese a todo en más de 100 años de socialismo en el poder no se ha
presentado más que un único ejemplo de genocidio tan espantoso y rápido de un gobierno sobre su propio pueblo como para servir
de advertencia de las implicaciones finales de tales neo-malthusianas doctrinas, cuando proponen un empobrecimiento intencional
extremo en el frente económico y severas medidas de planificación familiar forzosa por parte del Estado en el frente poblacional.
Me refiero al caso extremo de la
revolución encabezada por Pol Pot en Kampuchea Democrática (Camboya) la cual fue descrita por su ministro del Exterior Ieng
Sary con absoluta e indiscutible veracidad en la asombrosa declaración siguiente: “La revolución khmer no tiene precedente.
Lo que tratamos de hacer nunca se había hecho antes en la historia” Y del que se ha estimado que logró en apenas
44 meses de gobierno exterminar el 21% de la población total del país y evacuar la totalidad de la población urbana vaciando
todas las ciudadades. Una de las primeras medidas fue abolir completamente el uso del dinero porque como explicaba
el partido comunista camboyano: “Si usamos dinero, caerá en manos de individuales¼. Si el dinero cae en manos de gente
mala o enemigos, lo usarán para destruir a nuestros cuadros sobornándolos con esto o aquello¼. Ellos tienen dinero para manipular
los sentimientos del pueblo. Entonces en un año, diez años, veinte años, nuestra limpia sociedad camboyana se volverá un Vietnam”
al que consideraban poco socialista. El costo de lo que estaba
intentado y lo que ocurrió no estaba fuera de los cálculos del partido. Su plan económico de cuatro años de 1976 dice: “Debemos
darle al pueblo un 50 menos del 100% de sus necesidades materiales de 1977 en adelante” Esto representa una
indiferencia tan tremenda sobre sí las personas vivieran o murieran que es fácil entender las razones por las que
el plan se guardó en secreto. Para completar el gran salto directo y sin escalas al socialismo (en la etapa del comunismo
integral que en las profecías marxistas seguiría tras la dictadura del proletariado) el partido procedió a proscribir
además del dinero, mercados, religión y propiedad privada de todo tipo, permitiendo únicamente la posesión individual de alguna
ropa y un mínimo de utensilios personales para comida e higiene; encuadrando la
totalidad de la población en un sistema esclavista de gigantescas cooperativas con jornadas de trabajo de hasta 18 horas diarias
que se destacó por la cruel persecución y discriminación de los antiguos habitantes
de las ciudades en el paupérrimo sistema nuevas cooperativas, además de la rapidez y magnitud del asesinato masivo y completamente
aleatorio de millones de personas. |
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